
No había artista tan artista como Magda. El arte, en ella, era natural, espontáneo, respirable. No tuvo necesidad de la pose, porque el arte era en ella. Magda nació artista cuando los pintores vestían traje y corbata y tenían necesidad de conocer técnicas de marketing, por estudio o intuición. Su rebelión contra ese establishment, que implicaba un imprescindible pasaje por el compromiso social, le costo cara. En una época cuando ser rebelde estaba de moda, ella se rebeló contra esa moda. Era rebelde a la enésima potencia.
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