Ladrones y fetichistas

El pasado día 27 de abril apareció en Reddit y subsecuentemente se hizo viral en cualquier otra tipología de medios sociales una foto del mercado nocturno de libros de Bagdad. ¿Qué tenía de raro esa foto? Eran pilas de libros ordenadas sin nadie que las vigilara. Por que, como se explicaba en las notas a la foto, «los iraquíes dejan los libros en la calle, ya que piensan que los lectores no roban y los ladrones no leen».

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Las papas de Ziggy Stardust


Ziggy Stardust cultivaría papas. Sí, ya nos hemos dado cuenta que en el planeta rojo quizás no haya marcianos, ni rockeros, ni arañas (por suerte, pero con esos bichos nunca se sabe – yo no quiero saber). Pero parece que en Marte se podrán cultivar papas.

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Algo horroroso

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Me han pedido que sea breve. Entonces voy al grano: he resistido a los zombis, a los niños, a los padres de los niños que a veces son peores que ellos, a los primos lejanos que vinieron de visita. He sobrevivido a la semana de Todos los Santos.

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En las nubes

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Desde que los europeos hemos empezado a tener miedo al vuelo, las compañías ya no saben que hacer para hacernos no digo subir a un avión, sino acercarnos a un aeropuerto. La estrategia más utilizadas parece ser esa de “sube a un avión y encontrarás pareja”. Norwegian Air te ofrece billetes de avión a un precio súper barato para volar a Los Angeles y consolar a Brad ahora que la Jolie ha roto con él.

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Postales

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Puede que en la oficina de Correos en St. Aldate’s, en Oxford una empleada todavía se acuerde de mí, aunque ya pasaron muchos años. Es que yo escribo postales. No envío fotos con Whatsapp, ni Snapchat para tener al tanto los amigos de cómo van mis vacaciones. Nada. Si quiero hacer saber a alguien que estoy pensando en él o ella o ellos, pues, escribo una postal. Sin esperar que nadie me conteste, porque, digamos la verdad, mis coetáneos cuando ven una postal piensan que es cosas de abuelas, o por lo menos cincuentonas. A lo mejor, ellos sí, me envían un whatsapp: Tu postaaaaal…. Yo tb t exo d menos. Y cierran el mansaje con corazoncitos. Tratando de no tener en cuenta la urticaria que me entra cuando pienso en el desgaste abusivo de emoticons con corazoncitos, prefiero las postales. Muchas postales. Demasiadas, según los cánones ingleses.

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Tregua olímpica

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Érase una vez una niña nacida al final de julio de 1984, una bebé vampira que no dormía ni un segundo por la noche (ni que se alimentara con Red Bull y Duracell en lugar de la leche materna), hija de una madre hippie desesperada frente a la puntualidad con la cual la nene empezaba a llorar en el medio de la noche durante sus primeras semanas de vida. ¿Qué podía hacer la pobre madre para que esa criatura poseída durmiera de una vez? Por lo visto, mi madre (porque de la bebé Alessia estamos hablando) no había leído el manual para madres perfectas: desesperada porque yo no dormía ni una noche, me sentó frente al televisor. Así que pasé el primer agosto de mi vida viendo todas las competiciones de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. “Y no te dormías ni con Carl Lewis”, añade mi madre cuando, cada cuatro años, vuelve a contar la anécdota.

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Guiris Modernos

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El guiri es como un Pokémon: evoluciona. Un Pokémon es una creatura virtual, un monstruo que cabe en un bolsillo, vive en un videojuego o en la aplicación para móviles (los cromos ya pasaron de moda), parece un animalito y es bastante mono, no se deja atrapar con facilidad y evoluciona con el tiempo a través del entrenamiento. Un guiri es un animalito de tamaño humano, no es mono, vive en el mundo real durante las vacaciones de verano, se deja atrapar por los anuncios de Vueling y evoluciona gracias a las opiniones de Tripadvisor. Ya no es el guiri de antes: mediana edad (o más), de Europa del Norte, color langosta de playa. El guiri moderno es versátil, mimético, internacional.

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