Para Ucrania ensangrentada, acrílico sobre lienzo grezzo,cm.90 X 110
Las palabras académicas de un poema sobre la guerra de Wislawa Szymborska
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Encuentro con la artista Simonetta Ferrante por Silvia Zanetto
Hacía casi dos años que no la veía en persona, y por fin ayer tuve una fantástica oportunidad para encontrar la artista Simonetta Ferrante, amiga desde hace años, que yo conocí en los cursos de cultura del Instituto Cervantes de Milán.
La ocasión fue el primer encuentro de la serie “Incontro d’Artista” en Gallarate, en la tienda y show room “Checchi Colori”, organizado por las propietarias, las hermanas Checchi.
Simonetta Ferrante fue entrevistada por la periodista Luisa Cozzi, directora del programa “Poetando” en Rete 55.
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Los juguetes del abuelo de Silvia Zanetto
Minervino se aburría como una ostra, encerrado en la casa de los abuelos, mientras afuera se desencadenaba una tormenta.
“Voy a ver los dibujos animados en la tele” dijo resignado, pero justo en aquel momento un rayo cayó muy cerca del jardín, seguido por un rugido espantoso.
“Vaya rayo!” exclamó la abuela “Y además, hay un apagón… Nada de tele, por hoy” .
“Entonces voy a jugar un poco con el ordenador”
“Es imposible”, contestó el abuelo. “La batería está descargada”
“Puedo jugar con el móvil…”
“Tengo una idea mejor. ¡Vamos a la buhardilla!” propuso el abuelo.
La velocidad de las flores de Silvia Zanetto
Ir de paseo de la mano de mi padre me encantaba. El domingo por la mañana, después de la misa, él me llevaba a dar una vuelta antes de volver a casa, donde mi madre nos esperaba con la hermanita, demasiado pequeña para salir de casa en la estación fría.
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Azules de Silvia Zanetto
Azul marino, las olas del vestido de una niña que se escabulle livianamente hacia la cocina.
Azul turquesa, los latidos del corazón y los mechones de pelo que le cubren la cara.
Azul oscuro, los pasos de una princesa de la noche, en una ráfaga de desasosiego.
Venecia en invierno de Silvia Zanetto
Su ausencia me destroza, me sigue por la calle, como si fuera el ruido de pasos enemigos que se acercan y me asustan.
Desde hace horas estoy caminando sola por los barrios de una Venecia que los turistas no conocen, buscando mis recuerdos e intentando alejarme de ellos.
AQUELLA LUZ de Silvia Zanetto
Se tiró a la arena tibia, jadeando.
Ya estaba lejos: podía descansar. Sentía los granitos de arena en su mejilla, húmedos, punzantes. Le costó un esfuerzo descomunal mover el brazo derecho y arrastrar la mano para protegerse un poco la cara, pero el ademán se quedó a mitad, la mano torcida en una posición afectada.
Aquella luz.
Aquella gente.
Los Amigos de Cervantes 