A menudo ocurre que las inspiraciones de los grandes artistas y escritores nazcan lejos de sus países de origen: nuevos escenarios, nueva gente, otras lenguas no sólo añaden nuevos aportes a la creatividad de los autores, sino también les proporcionan miradas diversas a los recuerdos y experiencias de sus propias tierras.
Hace tiempo que esas colinas de Bajo Piamonte, guardadas por peñas, castillos y lejanas montañas nevadas conservan la memoria de la secreta estancia de Gabriel García Márquez, que allí pasó unas vacaciones veraniegas durante unos seis años a partir de 1981. El hotel-fonda “Felicín”, en Monforte d’Alba, población de altura, se convirtió en el paradero (casi) escondido del gran escritor colombiano, quien siempre quiso la misma habitación con vista sobre la encantadora pirámide alpina del Monviso. A los pocos meses de su primera estancia, en 1982, Gabo fue galardonado con el Premio Nobel. Quizás por ello o por la tranquilidad y belleza de los escenarios, García Márquez siguió veraneando allí otros cinco años.