Pensaba que conocía a Valeria. Colabora desde hace años con nuestras publicaciones. He frecuentado y frecuento todavía sus clases, los clubes de lectura que anima y, sobre todo, su taller de escritura.
La conocí en un club de poesía en el Instituto Cervantes de Milán en el que participaba ella también. El autor estaba presente, no me acuerdo quién era, y tengo que decir que Valeria me impresionó más que él. Sus preguntas demostraban un conocimiento profundo de las obras presentadas y de la poesía en general.
Valeria posee una cultura literaria inconmensurable pero no sólo, es una amante del arte en todas sus formas, y sobre todo sabe comunicar su pasión con un talento y una empatía poco común. Claramente la literatura es su punto fuerte y el ámbito en el que trabaja desde hace muchos años. Pueden leer aquí su biografía.
Su taller de escritura creativa es único, habrá muchos otros pero participo en el suyo. Tengo que decir que me está ayudando mucho, no sólo para mejorar mi castellano, sino, sobre todo para escribir, también en francés, aunque sea mi lengua materna. He visto nacer verdaderos talentos entre los participantes. Se liberan de sus miedos al sentir el aprecio de sus compañeros. Valeria es la directora de orquesta, sensible, paciente y a la vez rigurosa. Verdaderamente, si les gusta leer tienen que probar sus talleres.
Decía que creía conocer a Valeria; había leído algunos de los textos que me había pasado. Me gustaban mucho; es evidente que su talento no se limita a la lectura y a la enseñanza. La lectura de su primer libro «La condición animal« me cayó como puñetazo en el estómago, no me lo esperaba este efecto tan fuerte; Valeria es una escritora excepcional, además de su sensibilidad y de su sentido de la poesía, es a la vez una guionista literaria y una novelista natural, además tiene una imaginación que te asombra y te da miedo: te hiere literalmente, citando a Juan Casamayor su editor. Valeria es una realista, es más una surrealista, una surrealista anclada en la realidad de nuestro mundo actual. Quizás para redimirlo necesitemos conocerlo en toda su crueldad, su belleza decadente y su poesía escondida que ella nos ayuda a descubrir. No se demoren en leerlo, si no lo encuentran en las librerías de su país, con su preciosa portada de Daria Petrilli, pueden comprarlo inmediatamente en las principales tiendas de eBooks.
Como cada vez en esta columna les adjunto un extracto del cuento que más me gusta: «Nostalgia de la morgue«. Podrán apreciar la fantástica capacidad de Valeria de crear el ambiente, es más, enseñárselo como si fuera una película, hacérselo percibir, oler, en suma vivirlo. Un Magritte, pintor que adora Valeria: «Le Regard Intérieur» y un extracto de «Morte a Venezia» en la que se encuentran tres enormes talentos Visconti, Mann y Malher. Creo que «La condición animal” no desentona al lado de esta obra maestra.
René Magritte – Le Regard Intérieur, 1942.
LA CONDICIÓN ANIMAL – Nostalgia de la morgue (extracto)
[…]
Ver todos esos trozos de vida en ese líquido verde ambarino, me hizo comprender de una vez y para siempre que lo malo de la vida no es lo que la vida nunca te da, sino perder lo que te ha concedido.
Nos pusimos a buscar las manos de Esteban, frasco a frasco, etiqueta por etiqueta. Yo creo que no miraba, de refilón y con disimulo, otra cosa que no fueran sus ojos. Parecerá imposible pero juro que le brillaban con mayor intensidad; eran más azules en esa luz como de heladera de la morgue.
Pronto dimos con sus manos. Qué lindas manos tenías, Esteban. Ahora que lo pienso, no había nada en él que no fuera dolorosamente hermoso: su boca, el hoyuelo del mentón, su culo chiquito y apretado. Seguro que me demoré un rato mirando las manos porque su voz me sacó de mis cavilaciones.
–Sí, son esas –dijo con una voz de espanto que no le conocía.
Me temblaba todo el cuerpo cuando bajé el frasco. Lo abrí. Puse los dedos en forma de pinza y con delicadeza rescaté una de las manos. La suavidad de la piel untada por el líquido me hizo pensar en un niño con frío. Los vellos rubios en el dorso de la mano de Esteban contrastaban con mi piel adulta curtida por el sol y los años. Cerré los ojos y apreté la mano entre las mías.
[…]
Muerta a Venecia (escena finale)
Película de Luchino Visconti basada en la novela homónima de Thomas Mann.
Acompañamente musical: Adagietto de la quinta sinfonía de Gustav Mahler.