Uno de mis primeros amores literarios fue la fabula de Jean de La Fontaine que da su titulo a esta entrada.
¡Qué maravilla! La conozco todavía de memoria. La Fontaine escribió muchas fabulas inspirándose a las fabulas de Ésope, pero esta es la más conocida. Es muy teatral, la moral es sencilla, evidente y fácilmente aceptada. El texto en verso es excepcional, sobre todo en francés suena muy bien y es muy fácil a memorizar. Podéis escucharla más abajo interpretado por René Depasse.
No encontré una buena traducción, así como le propongo la mía para mejor comprensión del texto francés.
Es mucho mejor leer “El cuervo y el zorro” de Félix María de Samaniego, uno de los mejores fabulistas españoles. Es inspirada de La Fontaine, como este último se inspiro de Ésope.

Le corbeau et le renard
Maître Corbeau, sur un arbre perché,
Tenait en son bec un fromage.
Maître Renard, par l’odeur alléché,
Lui tint à peu près ce langage:
Et bonjour, Monsieur du Corbeau.
Que vous êtes joli ! que vous me semblez beau!
Sans mentir, si votre ramage
Se rapporte à votre plumage,
Vous êtes le Phénix des hôtes de ces bois.
À ces mots, le Corbeau ne se sent pas de joie;
Et pour montrer sa belle voix,
Il ouvre un large bec, laisse tomber sa proie.
Le Renard s’en saisit, et dit : Mon bon Monsieur,
Apprenez que tout flatteur
Vit aux dépens de celui qui l’écoute.
Cette leçon vaut bien un fromage, sans doute.
Le Corbeau honteux et confus
Jura, mais un peu tard, qu’on ne l’y prendrait plus.
El cuervo y el zorro
Traducción (J.C. Fonder)
Maestro Cuervo, sobre un árbol posado,
En su pico tenía un queso.
Maestro Zorro, por el olor engolosinado,
Tuvo más o menos este lenguaje:
Buenos días, Señor del Cuervo.
¡ Que usted es hermoso! ¡ Que usted me parece bello!
Sin mentir, si su ramaje
Se remite a su plumaje,
Usted es el fénix de los huéspedes de esta selva.
A estas palabras, el cuervo no puede frenar su alegría;
Y para mostrar su bella voz,
Abre un pico ancho, deja caer su queso.
El Zorro se lo coge, y dice: Estimado señor,
Sepa que cualquier adulador
Vive a costa del que lo escucha.
Esta lección vale bien un queso, sin duda.
El Cuervo vergonzoso y confuso
Juró, pero un poco tarde, que nunca más se lo engañaría.
El cuervo y el zorro
En la rama de un árbol, bien ufano y contento, con un queso en el pico, estaba el señor Cuervo. Del olor atraído un Zorro muy maestro, le dijo estas palabras, a poco más o menos: «Tenga usted buenos días, señor Cuervo, mi dueño; vaya que estáis donoso, mono, lindo en extremo; yo no gasto lisonjas, y digo lo que siento; que si a tu bella traza corresponde el gorjeo, juro a la diosa Ceres, siendo testigo el cielo, | que tú serás el fénix de sus vastos imperios». Al oír un discurso tan dulce y halagüeño, de vanidad llevado, quiso cantar el Cuervo. Abrió su negro pico, dejó caer el queso; el muy astuto Zorro, después de haberle preso, le dijo: «Señor bobo, pues sin otro alimento, quedáis con alabanzas tan hinchado y repleto, digerid las lisonjas mientras yo como el queso». Quien oye aduladores, nunca espere otro premio. |