Los niños perdidos

Vale 2015 grande.

……..#BREVIARIO

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Vale Correa Fiz


Un portavoz de Europol (Oficina Europea de Policía) ha denunciado que 10.000 niños refugiados que viajaban solos han desaparecido en los últimos 18-24 meses después de su llegada a Europa. La crisis migratoria está muy lejos de llegar a su fin y ya se han perdido diez mil niños. ¿Cómo es posible?, me pregunto. ¿Quiénes son los responsables de estas desapariciones? ¿Es que nadie cuida a los niños?

<span style="font-size: x-small;">Moisés Saman, Agencia Magnum</span>_  Moisés Saman, Agencia Magnum

Esta noticia repugnante me recordó otra, supuestamente acaecida después de la Cuarta Cruzada. En un oscuro mayo de 1212, un niño francés, que afirmaba haber sido visitado por Jesús de Nazareth, pidió al rey de Francia la organización de una Quinta Cruzada para la salvación de Tierra Santa. La leyenda cuenta que el monarca desoyó la petición y que el niño fue nuevamente visitado por Jesús para designarlo líder de la Cruzada Infantil. Se dice también que Jesús le garantizó al niño que las aguas del Mediterráneo se abrirían a su paso, tal como le sucedió al bueno de Moisés. Aparentemente otro niño alemán habría recibido la misma orden sagrada y, en el sur de Francia, llegaron a reunirse un total de 30.000 mil niños cruzados. Las diferentes versiones medievales de esta historia coinciden en narrar que al llegar a Niza sólo quedaban 3.000 niños y 300 adultos que se habrían unido a la misión sagrada. El resto del ejército infantil habría desistido antes de llegar a las costas o habría muerto de hambre o enfermedades varias. Los pequeños cruzados pasaron semanas orando en la orilla del mar pero el Mediterráneo no se abría. Llegaron hasta allí unos mercaderes que les ofrecieron siete barcos para poder cumplir su misión. Como era de esperarse, los niños no pisaron Tierra Santa. Un par de barcos naufragaron y los malvados mercaderes vendieron los miles de niños restantes como esclavos en Alejandría.

Dan mucha lástima. Todos esos inocentes, Señor (…). Me produce temblores la idea de que los marineros se apoderen de sus cuerpos para venderlos. Estas palabras pertenecen a Marcel Schwob que narró la tragedia infantil en “La cruzada de los niños”. La obra del escritor francés y una tragedia polaca fueron las fuentes de las que bebió Bertold Brecht cuando escribió un largo poema narrativo titulado también “La cruzada de los niños”. Brecht cuenta las desventuras de un grupo de pequeños alemanes, polacos y judíos que, huyendo de la guerra en 1939, se fueron reuniendo en un pueblo destruido de Polonia. En el poema los niños son 55, guiados por un perro vagabundo que por un tiempo les hizo de lazarillo. Ninguno sobrevivió, avanzaron errantes huyendo de la guerra y de la destrucción hasta desfallecer de hambre y frío, perdidos en las montañas.

 Regresemos ahora a este siglo y a los niños de Siria y otras zonas de conflicto perdidos, Europol afirma que algunos de ellos estarían con familiares, sin conocimiento de las autoridades, pero que otros se encontrarían en manos de organizaciones de tráfico de personas. Estos son los tiempos en los que nos toca vivir. Maravilla de siglo XXI que, a pesar de la parafernalia técnica que posibilita rastrear una aguja en un pajar, permite que se repliquen las infamias de los mercaderes del Medioevo. Insisto: ¿cómo es posible que desaparezcan?, ¿es que ya nadie cuida a los niños?

cruzada de los niños_  Ilustración de Carme Solé Vendrell para La cruzada de los niños de B. Brecht

He vuelto a leer el poema de Brecht con un nudo en la garganta. He creído escuchar en él las diez mil voces blancas pidiendo auxilio: No faltaban la fe ni la esperanza,/ pero sí les faltaba carne y pan. (…) //Y en aquel mes de enero,/ en Polonia encontraron/ un pobre perro flaco que llevaba/ un cartel de cartón al cuello atado./ Decía: «Socorrednos./ Perdimos el camino”.

Lamentablemente la historia da cuenta de que los grandes éxodos  suelen terminar en tragedias de dimensiones bíblicas. Europa, la “Tierra Santa” a la que peregrinan los refugiados, queda cada día más lejos; el mar no se abre, tampoco las fronteras. Los conflictos armados no terminan. Y mientras nada se resuelve en esta incomprensible noche bélica, nos queda solo la esperanza de que el éxodo de estos niños perdidos no tenga un final aciago. Ojalá que los encuentren pronto, que podamos decir, como Schwob en Relato de los tres pequeños (La cruzada de los niños): Y las voces blancas serán alegres en la noche.