Milán, 7 de junio de 2018. Alrededor de las 4 p.m llegué al Aula Magna de la “Università Cattolica del Sacro Cuore”, un aforo de quinientas personas, repleto. Afortunadamente mis amigos del taller de escritura del Instituto Cervantes me habían reservado un puesto en las primeras filas. Llegó el día, finalmente. Ni imaginarme que sería viviendo en Italia; la vida da muchas vueltas y uno con ella. Precisamente en el mes de noviembre del año pasado fue publicada en este mismo espacio mi crónica anecdótica titulada “El día que no conocí a Mario Vargas Llosa” relatando la experiencia vivida en el año 2008 cuando estuve a punto de conocerlo en un restaurante en la ciudad de Caracas; quizá entonces hubiese tenido la oportunidad de tomarme una fotografía, decirle que admiro su pluma y que es uno de mis escritores latinoamericanos favoritos.
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