”…desde el fondo de los años, llegaban fuerzas que nos habían sido dadas, mensajes que nos habían sido transmitidos…que estaban en nuestra sangre desde entonces.»
Antonio Dal Masetto
¿Existe un vínculo entre el “nóstos” de Ulises y la nostalgia del Paraíso perdido? Creo que ambas imágenes nos pertenecen, casi que como miembros de la cofradía humana lleváramos imprimido en el alma el sello existencial del desarraigo.
Volver a “la tierra de uno”, lugar perdido y en buena parte idealizado. Pero en esta contemporaneidad hecha de migraciones, exilios y transnacionalismos la pregunta que surge inevitable es: ¿Volver adónde? Desde esta óptica el retorno a los orígenes adquiere nuevas representaciones que problematizan los conceptos de memoria e identidad.
Estos temas, como les comentaba en la entrega anterior, son encarados por Dal Masetto en su trilogía ambientada en Italia: “Oscuramente fuerte es la vida”, “La Tierra Incomparable” (ambas reunidas bajo el título “Los relatos de Agata”, Sudamericana, 2011) y “Cita en el lago Maggiore” (2011).
La primera novela es un viaje en los recuerdos de la protagonista. El regreso se configura en un espacio interior, preservado por la memoria individual.: “Ahora que me acerco a los ochenta y también soy abuela, en esta tierra de llanuras y horizontes abiertos, en este otro pueblo de provincia donde vivimos desde que llegamos a la Argentina después de la guerra, sigo pensando en aquellos paisajes y en aquella gente con el asombro de quien, cada día, encuentra en su memoria una novedad.”
La voz narrante de la anciana reconstruye, con paso lento y constante, el mundo de los orígenes en aquellas regiones del norte de Italia, desde su nacimiento en 1911 a la segunda posguerra. Recuerdos que se encarnan poéticamente en el cuerpo metafórico de la casa, en el incesante fluir de las generaciones, en la solidez de la tierra, y en aquello que, a pesar del fascismo, las guerras y la dura existencia, aparece como la única laceración irreparable, la emigración: “Me costaba imaginar un futuro que no estuviese ligado a esas paredes, esos árboles, esas montañas y esos ríos.”
¿Pero cómo hacer para que esta memoria no se cristalice en las formas del mito, para que no se convierta en una mera queja nostálgica y engañosa? Este es el tema de la segunda novela de la trilogía, “La Tierra Incomparable”, ambientada en la última década del siglo veinte.
Agata ha apenas cumplido los ochenta. La encontramos dedicada a los quehaceres domésticos mientras un deseo obsesivo le ronda por la cabeza, un deseo que ha permanecido latente a lo largo de cuarenta años de lejanía y que ahora, transformado en impulso adquiere la forma concreta de la palabra: “Me voy a Italia”, anuncia la mujer ante el desconcierto de hijos y nietos. La decisión da inicio al desplazamiento geográfico de la protagonista y al consecuente impacto entre memoria y realidad.
De ahí en más una serie de peripecias, expectativas, desilusiones, renovado desamparo y nuevos encuentros, harán del viaje de regreso un verdadero camino de transformación de la protagonista. Pero no quiero develar los pormenores. A ustedes el gusto y la emoción de la lectura de esta trilogía que se concluye con “Cita en el lago Maggiore”, novela que encara las nuevas formas de la migración y del regreso a partir del diálogo generacional entre un padre, representado por el personaje del hijo de Agata de vuelta a su pueblo italiano, y su propia hija, una joven argentina que emigra a España a inicios del nuevo milenio.
¿De qué identidad hablamos? ¿Volver adónde?, nos preguntábamos al inicio.
Con prosa sobria y marcada Dal Masetto parece develar las pautas para la construcción de una memoria dinámica y poliédrica, capaz de dar nuevos sentidos al presente. Un espacio, no ya individual, sino colectivo, arraigado en esa zona inestable que es el cruce entre generaciones, idiomas, experiencias distintas. Memoria que, como un río, es un fluir incesante de vivencias y significados que pueden actuar como señal de alarma contra las sombras, siempre en acecho, del peor pasado.
Memoria que es también escritura, afán de enraizar el hoy en aquello que, más allá de nuestra voluntad, llevamos como herencia, aquello que desde adentro nos modela, que no cesa jamás de interrogarnos y que a su modo nos pasa siempre la cuenta, seamos conscientes de ello o no.
Para despedirme les dejo un poema que recibí días atrás de Ángela Pradelli, escritora argentina y buena amiga del “tano”, a la que agradezco por este inédito escrito en Luino, lago Maggiore, el 3 de noviembre de 2015:
Ayer partiste, Antonio,
ahora me queda para siempre
tu último mensaje;
yo estaba en Luino,
frente a tu Lago Maggiore
y te escribí para contarte.
Tu respuesta llegó
tan rápido:
Tendré que volver al Maggiore, dijiste,
me gustaría sentarme al atardecer en la orilla,
y dejar que anochezca y que las horas pasen
y no pensar. Ayer te fuiste, Antonio.
Audiovideoteca de Buenos Aires:
Obra en Construcción. Los escritores cuentan los secretos de su trabajo. Antonio Dal Masetto. Buenos Aires, febrero 2005 Segunda parte.