He aquí un calígrafo un poco extraño y, por esta razón, muy interesante. Esto demuestra, una vez más, que los caminos de la caligrafía son inescrutables!
Nacido en Lugano en 1948, se licenció en Letras en Florencia y después trabajó varios años en el Departamento de Antropología de la Universidad de Ginebra.
Colaborador de la televisión suiza en lengua italiana hasta 2010, realizó documentales, reportajes y guiones como autor y productor. Durante quince años dirigió la sección cultural.
Activo calígrafo desde principios de los años noventa, entró en contacto con importantes maestros, siguiendo un recorrido que lo ha llevado a explorar el potencial expresivo de las letras y los alfabetos y a favorecer la interpretación de textos poéticos.
Ha hecho páginas caligráficas, rotulación y logotipos para coleccionistas privados, instituciones y empresas.
Es fundador del grupo «Calligrafia in Ticino«. Su taller se encuentra en Barbengo cerca de Lugano.
Simonetta
¿Cómo empezaste a hacer caligrafía?
Mi generación fue la última que aprendió a escribir manchando y rascando: en la escuela todavía había plumas, plumines, tinteros empotrados en el pupitre de madera y una tinta negra azulada que si la chupabas sabía a hierro. Se consideraba una asignatura de segunda clase, una ciencia para burros, pero yo recuerdo con placer aquellas sensaciones. Después me licencié en Letras y, tras distintas experiencias profesionales, trabajé durante muchos años para la televisión suiza, en la sección cultural, donde me ocupaba con frecuencia de arte. Pero los alfabetos y las letras seguían apasionándome. Así que, a principios de los años noventa, empecé a estudiar las letras del pasado, con el secreto deseo de aprender a realizarlas yo también. Un día vi en el escaparate de una papelería un pequeño set con una estilográfica y tres plumines de caligrafía de la Sheaffer, lo compré y empecé a escribir….
Más tarde asistí a cursos con grandes maestros de caligrafía occidental, que desplegaron delante de mí un todo mundo por descubrir.
Lo que haces en la actualidad, sin embargo, no se parece mucho a los manuscritos antiguos…
La caligrafía formal es una experiencia muy satisfactoria que regala momentos de absoluta plenitud. Guardo aún algunos de los trabajos de aquellos años, que miro todavía con satisfacción. Los signos caligráficos poseen una gran belleza en sí mismos, los siglos de práctica amanuense los han pulido y les han dado fluidez. Desde siempre me han fascinado y hace veinte años que los trato personalmente.
Sin embargo, de este modo, la caligrafía es un arte del pasado.
Hoy escribir a mano ya casi no tiene utilidad y esto no tiene nada de malo, así cada uno es totalmente libre. Hay maestros que realizan maravillosas páginas miniadas en pergamino con tintas y colores preparados por ellos mismos siguiendo antiguas recetas.
Yo mismo, de manera más sencilla, utilizo de vez en cuando letras tradicionales para trabajos formales que me encargan expresamente.
Muchos calígrafos favorecen expresiones artísticas más modernas donde no respetan los cánones formales de otras épocas, sino que buscan una expresividad diferente, unida sí a las letras, a su forma, a los ritmos que pueden crear, pero no necesariamente a la elegancia, la limpieza o la legibilidad.
También yo, por carácter, me siento más cercano al arte contemporáneo y por eso exploro las posibilidades que me ofrece la caligrafía para obtener algo más afín a mi visión del mundo, a mis sentimientos. Y también para ello he encontrado la ayuda de maestros que generosamente han compartido conmigo y otros discípulos sus investigaciones.
En mis composiciones uso a veces de todos modos letras formales, como elemento de contraste —hay que recordar que incluso las formas más libres y gestuales nacen de escrituras antiguas, sobre todo de la cancilleresca—.
¿Cómo describirías tu manera de hacer caligrafía?
Entre la idea inicial y el resultado hay siempre un descarte de potencial estético extraordinario, que se crea en la naturaleza, directamente en el proceso creativo. Cada gesto caligráfico está expuesto a los caprichos del destino: imperceptibles variaciones de energía mental o muscular, imprevisibles movimientos del plumín, rugosidades invisibles del papel.
El artista puede buscarlo intencionadamente, utilizando un instrumento poco dócil, trazando signos en superficies desiguales, exagerando los gestos. El resultado (con un poco de suerte) son formas y tramas sorprendentes y de gran eficacia, en las que las intenciones iniciales, aunque alteradas, aún se pueden reconocer.
Por naturaleza, yo soy uno de los «llena mucho»: paso y repaso, recubro y reescribo. Aplico un procedimiento estudiado y fatigoso: las letras se acumulan, se superponen, llenan completamente la página. El resultado debe sorprender y permanecer, si bien poco legible, claramente caligráfico.
Con el tiempo, sin embargo, he aprendido también a valorar el blanco del folio —una parte de mi producción está compuesta por pocos signos, una sola palabra y alguna mancha de color: gestos vigorosos y solitarios que contrastan con la superficie blanca del folio—. La realización es casi fulminante, no hay espacio para titubeos: antes de empezar, todo tiene que estar bien claro en la cabeza.
Mi caligrafía oscila, por así decirlo, entre oriente y occidente.
Una exigencia fundamental es que los textos que inspiran mis obras sean de gran calidad literaria o significativos en mi experiencia vital. Por lo tanto nada de cursilerías, frases hechas, proverbios o banalidades.
Intento imaginarme un tipo de composición apropiada a lo que quiero escribir, pruebo a lápiz o con lápices de colores en un papel cualquiera, puede que en pequeño formato. Estudio los espacios vacíos y llenos, el tipo de letra que utilizaré. Después, cuando me parece que he encontrado un camino prometedor, intento ejecutar una obra —mejor dos o tres a la vez— para probar opciones (y para dejar secar una mientras trabajo en la otra…).
Mi investigación actual se dirige hacia la realización verdaderos paisajes únicamente con letras (o, como máximo, con algún pequeño añadido pictórico). Pueden ser paisajes de verdad (casi realistas) o parecer paisajes. No sé todavía si lo lograré.
ENZO PELLI
http://enzopelli.jimdo.com
enzo.pelli@bluewin.ch
Exposiciones principales
Il respiro della luce (con Matteo Emery). Lugano, De Primi 2014.
Geografie complementari (con Aymone Poletti). Chiasso, Gall. Mosaico 2013.
Ogni pagina una storia (con il Gruppo Calligrafia Ticino). Biblioteca cantonale di Lugano, 2012.
Calligrafie 1994-2011 (personale). Giussano (MB), 2011
Enca sul sass (personale). Rodi-Fiesso, Dazio Grande, 2011.
Manoscritti (personale). Lugano, Spazio78, 2010.
Senza rete. Caslano, Museo della pesca, 2010.
illeggibile (con il Gruppo Calligrafia Ticino. Stabio, aiBagni, 2009
Quasi parole (personale). Muzzano, La Cantina, ott. 2008
Visarte in Bianco e Nero. Locarno, casa Rusca, 2007
Italian Pakistan Show. Lahore, 2006
Mostra dei nuovi soci Visarte. Chiasso, Spazio Officina, 2006.
Tra Immagine e Parola: Orio Galli e Enzo Pelli. Chiasso, gall. Mosaico, 2005-2006.
Enzo Pelli: calligrafie poetiche (personale). Pura, gall. Barbara Mahler, 2004.
Scrivere. Mendrisio, Museo d’arte, 2004 (4 opere).
Versi d’inchiostro (con il Gruppo Calligrafia Ticino). Lugano, Biblioteca dei Frati, 2002-2003