Paola Rezzonico

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Queridos amigos,

Paola Rezzonico, la primera calígrafa suiza que incluyo en este blog, es una artista todoterreno que se expresa a través de múltiples y diversas técnicas. Posee un largo currículo como diseñadora gráfica y fotógrafa, entre otras muchas cosas, y ahora incluye también ¡la cerámica rakú!

Estoy convencida de que os quedaréis fascinados con sus obras y su historia.

Simonetta

©foto gioele pozzi

¿Que quién soy? Me llamo Paola Rezzonico, soy diseñadora gráfica, pintora, fotógrafa… y calígrafa. Vivo y trabajo en Arosio, a dos pasos de Lugano. Parece simple, pero no lo es tanto: nací en 1963 en Rolles, en la Suiza francófona, de padres tesineses. De 1980 a 1985, cursé estudios en la Escuela Cantonal de Bellas Artes, en Sion, y en 1986 y 1987, en el Instituto Artístico de la Universidad de Berna, en la Suiza alemana. Un gran cóctel, muy colorido, de sabor intenso y que reserva siempre mil y una sorpresas, según dicen.

Creo que la influencia de diversas culturas ha dejado su… impronta. Mi personalidad, según se dice por ahí, es una personalidad en ebullición, en continua evolución. Tras mis estudios en Sion y Berna, trabajé como diseñadora gráfica en Friburgo donde, paralelamente a mi trabajo, fundé un taller artístico para personas discapacitadas del que me ocupé personalmente durante seis años, hasta 1996. ¡Nunca estoy satisfecha haciendo una sola cosa! Y por eso —buscando nuevos estímulos y ocasiones para enriquecer mi bagaje artístico— en 2000, cuatro años después de transferirme a Bienne, decidí asistir a los cursos de diseño gráfico que se impartían en el Eracom (Escuela Romanda de Artes y Comunicación) de Lausana.

Fortalecida tras estas experiencias, en 2002 dejé la Suiza francófona por el cantón del Tesino, donde abrí mi propio estudio de diseño gráfico y pintura. Traía conmigo desde Lausana una valiosa semilla que germinó enseguida y echó raíces profundas con el paso del tiempo: el impacto de los trabajos de caligrafía de Hermann Zapf, que había descubierto durante los cursos de diseño gráfico en la ciudad romanda. La caligrafía: una nueva forma de expresión que aún no había descubierto, la pieza que me faltaba para completar mi lenguaje artístico.

La ocasión para acercarme de manera concreta a la caligrafía se presentó por casualidad en 2006 gracias a un curso de Marco Campedelli, impartido en el taller de la calígrafa Gabriela Carbognani. La caligrafía despertó mi curiosidad y me dejé seducir. A partir de ahí, me lancé a la conquista de la bella escritura, pero a mi manera: privilegiando la búsqueda de nuevos signos y nuevas vías. Esta es la particularidad que marca mi enfoque personal en el mundo de la caligrafía.

Este camino completó mi bagaje expresivo y, con el tiempo, adquirí una mayor naturalidad en el paso de un lenguaje a otro y en la fusión entre ellos. Mientras tanto —en 2004, para ser precisos—, mi innata curiosidad me empujó a interesarme también por la fotografía, una disciplina que me ha dado grandes satisfacciones: he expuesto mis trabajos frecuentemente en ocasiones y galerías diversas, entre ellas, en 2011, la galería Photografica Fineart de Lugano.

Con el tiempo he ido consolidando mi formación caligráfica: curso tras curso (he sido discípula de James Clough, Monica Dengo, Yves Leterme, Claire Mosnier, Brody Neuenschwander, Eugenia Roballos, Kitty Sabatier, Anna Schettin, Denise Lach, Anna Ronchi, Marco Campedelli, Thomas Engmier o Laurent Pflughaupt), exposición tras exposición (“Segni, Petali e Fiori”, Lugano, 8 de marzo de 2009 [con la venta del libro Donna para recaudar fondos para la Casa della Donna]; “illeggibile”, Ai Bagni, Stabio, noviembre de 2009; “Senza rete”, Museo de la pesca de Caslano, junio de 2010; “Ogni pagina una storia”, Biblioteca Cantonal de Lugano, octubre de 2012) y reunión tras reunión (pertenezco a la asociación Calligrafia in Ticino, fundada en 2008) y también soy miembro de la ACI (Asociación Caligráfica Italiana).

Mi recorrido se ensanchó, más aún cuando, por uno de esos acontecimientos inesperados que la vida te proporciona, me acerqué al rakú. Era 2014. Del encuentro con esta técnica, que para mí es una fuente de creatividad, felicidad y juego, y de la colaboración con otra artista ceramista alrededor de este material —que una esculpe y la otra graba—, nació la necesidad de explorar el potencial del signo grabado. ¡Ah, el signo, qué bella aventura!

PAOLA REZZONICO
www.paolarezzonico.ch
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