(* = Madre Tierra, en la lengua de los nativos patagones Mapuche)
Al cabo, ha llegado el día : el viaje de nuestros sueños acaba de empezar. Llegamos a Linate, yo y mi mujer Angelamaria, mientras nuestra única maleta sufre la ruptura del mango del trolley ; después de media hora ella logra repararla de manera provisoria. Yo estoy como perdido en el aeropuerto, como si nunca hubiera viajado en mi vida, que durante veinte años ha sido un incesante traslado de una ciudad a otra . Así que, en el puesto policial, se me ocurre olvidar mi bolsa con todo lo necesario, pasaporte, dinero, etcétera. Por dicha, otro amable pasajero se da cuenta de lo ocurrido y me entera. Solidaridad entre viajeros…
Mientras volamos hacia Fiumicino para el transbordo, todo me parece extraño : estoy viajando hacia Patagonia, hacia los sueños de mi mocedad, hacia el Fin del Mundo que cantaron Alonso de Ercilla, Pablo Neruda, Francisco Coloane y Luis Sepúlveda. ¿ Soy de veras yo?
El avión desde Fiumicino hasta Buenos Aires está repleto , más o menos 300 pasajeros, la mayoría argentinos. Nos falta un poco el espacio , los asientos quedan bastante estrechos; por dicha yo y Angelamaria, estamos sentados en una fila de dos sillones. El avión despega sobre el Mediterráneo y ya vuela rumbo a suroeste. Son las ocho y media de la noche y a los pocos minutos llega la comida. A mí se me acusa de ser a menudo impetuoso, pero no es mi culpa si el plato de lasaña aun hierve, calentando también el aceite para la ensalada, así que cuando lo intento verter,se me escapa un chorro caliente que alcanza los pantalones del pasajero al otro lado del pasillo , frente a mí. Pero el pobre no se da cuenta y me saluda con alegría y amabilidad. El vuelo dura 14 horas , bastante tranquilas, sólo sobre la costa brasileña encontramos cierta turbulencia.
Día 23 de septiembre
Aterrizamos a las cuatro de la madrugada , Buenos Aires aun duerme , inmensa. El aeropuerto internacional de Ezeiza, es también inmenso, pero nuestro guía y el chófer nos están esperando puntualmente. Atravesamos las barriadas de la ciudad dormida donde, sin embargo, autopistas, cinturones larguísimos y tráfico eterno nunca descansan.Tendremos estancia en el Barrio Palermo, donde la huella italiana se percibe en cada rincón. Pero así es en Baires y en toda Argentina : los tanos (oriundos italianos) son alrededor del 52% de la población. Es un placer descubrir cuanto la presencia italiana dio su aporte al universo de la hispanidad , en la lengua , en la cultura y en los topónimos. De veras Baires tiene una atmósfera y una personalidad particulares, muy diferente de las demás metrópolis americanas.
La primera etapa de nuestra visita a la ciudad es el Cementerio de la Recoleta, donde reposan personajes famosos y sus familias, como los Duarte, Guillermo Brown y José Hernández ; las tumbas son a veces obras de arte ; sin embargo la presencia de otros visitantes, el ronronear de los gatos y el zurear de las palomas nos recuerdan que la vida no se detiene ni delante de esas murallas.
¡ Y luego, qué emoción la Plaza de Mayo y la Casa Rosada ! Se asoman a nuestra memoria los acontecimientos que han marcado en la buena y mala suerte tanta parte de la historia contemporánea ; los pañuelos blancos de las Madres están hoy pintados en el suelo formando una corona, un cerco de fuerza, coraje y esperanza para el porvenir.
El Barrio de la Boca se ha vuelto quizás demasiado turístico y llamativo, gracias a su equipo de fútbol y al tango; mantiene sin embargo cierta atmósfera encantadora : sus casitas estan pintadas de colores alegres e invitan a un paseo. En todo caso, según nos aconsejan los guías, mejor es no meterse por ciertas callejuelas , ahora peligrosas.
El Río de la Plata nos sorprende por su inmensidad, recuerda el litoral del Norte Adriático, pero y al contrario de este último, desde la costa porteña ni se puede vislumbrar la opuesta orilla uruguaya. Porteños y uruguayos aseguran tratarse del más grande estuario en el mundo ; hoy la marea logra remontar, peleando en olas con las aguas dulces. Otra dimensión, otro mundo, aquí nos damos cuenta por primera vez de la fuerza , del ruido, de los colores del Cono Sur americano.
En la tarde nos espera el vuelo para Ushuaia, Tierra del Fuego, la ciudad más meridional del mundo: desde Baires tres horas y media de vuelo, como de Roma a Islandia. Desembarcamos con buen tiempo, pero el día después vuelve un temporal de aguanieve y el viento sopla desde las cordilleras nevadas que rodean fiordos y canales fueguinos. Ushuaia, en la lengua de los indios Yámanas significa Puerto Protegido. Sin embargo, los nativos Yámanas y Onas desaparecieron de esas tierras, aniquilados por la violencia de aventureros y milicianos al sueldo de los latifundistas, y aun más por no tener inmunidad contra las enfermedades traídas por los colonizadores blancos. Y como la colonización empezó aquí más tarde que en los demás territorios americanos (finales del siglo XIX), hubo también poco mestizaje. Hoy quedan escasos descendientes de esos pueblos en la Tierra del Fuego, sobre todo en la parte chilena. El paisaje, lagos, rías y fiordos profundos, cordilleras y glaciares, bosques y peñas abruptas, archipiélagos , es superbo. Toda la Isla de Tierra del Fuego( más grande que Bélgica y Holanda juntas) en sus partes argentina y chilena, está protegida por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad. Hay distintos Parques Nacionales de tierra y mar (antes de embarcarnos, logramos visitar uno , tierra adentro, con el Tren turístico del Fin del Mundo, de vía estrecha), un triunfo de naturaleza, que sólo la codicia humana pudo gastar parcialmente: explotamiento indiscriminado de bosques, introducción de animales ajenos a la fauna local, como el castor y el salmón que, sobre todo el primero, van haciendo muchos daños al medio ambiente fueguino. En la tarde nos embarcamos para un crucero de tres días a través de fiordos y canales argentinos y chilenos. Esta noche, divisaremos por primera vez en la pureza del cielo las constelaciones australes con su reina, la leyendaria Cruz del Sur.
El buque alcanza la isla de Cabo de Hornos, último baluarte del continente americano, la Antártida está a menos de 900 kilómetros. Nuestro pensamiento va a los navegadores que durante siglos pasaron por aquí ,rumbo a este y a sur ; unos cuantos sucumbieron por la violencia del mar y de los temporales. “They sleep on the bottom of the sea”, recuerda una vieja canción marinera británica. Muchos pasajeros madrugarán para una excursión organizada con botes, desembarcando en la isla,y subiendo luego, colina arriba, hasta el faro . Pero,yo soy resfríado, siempre lo consigo durante largos viajes, con lo que aun no me atrevo : aunque sea primavera, estalla una tormenta de nieve . Desde el puente panorámico la isla aparece y desaparece detrás de las nubes.
La tripulación del barco es en mayoría chilena, con unos argentinos y peruanos. Entre los 57 pasajeros, hay sobre todo latinoamericanos : brasileños, mexicanos, colombianos, argentinos del norte ; también hay estadounidenses y una pareja japonesa. Entre los europeos destacan los españoles , luego franceses y británicos. Los italianos somos dos parejas.
La nave remonta el Canal de Beagle, larguísima ría entre las islas principales, rumbo al norte. El paisaje nos devuelve nuevamente visiones de una naturaleza estupenda: islotes,selvas, macizos y glaciares que se asoman a un mar incontaminado. En la isla chilena de Navarino aun anida el leyendario cóndor .
Cada día hay conferencias y proyección de documentales sobre nuestro recorrido. Hoy habrá una excursión a la Bahía de Wulaia(en la lengua de los indígenas = Puerto de Oeste). Los botes nos llevan a una ensenada donde se encuentran huellas de un poblado de los Yámanas, los indios fueguinos canoeros. El lugar fue también frecuentado por exploradores , colonizadores y balleneros. Los guías nos enseñan el fruto más típico de Patagonia : el calafate, que se parece un poco al arándano europeo, pero de mayor tamaño y de sabor más agrio. Como en toda la Patagonia, la presencia del líquen (planta criptógama compuesta por un alga y un hongo) testimonia de la pureza del aire y del medio ambiente. Una horita después, el barco se asoma al Océano Pacífico, que, pese a su nombre, casi nunca lo está, luego entra al Canal de Magallanes, siguiendo la derrota de los antiguos navegadores.
En la tarde visitaremos el glaciar Aguila, cuya frente alcanza la orilla del mar, luego el buque zarpa con destino Punta Arenas, etapa final, donde llegaremos mañana.
En la madrugada la nave se acerca a isla Magdalena, donde hay una importante pingüinera ; las simpáticas aves (pingüinos de Magallanes) andan a millares a lo largo de las playas y hasta tierra adentro ; están acostumbrándose a la presencia humana, lo que no siempre es bueno : el hombre civilizado lleva consigo todo tipo de bacterias, así es recomendable no acercarse demasiado a esos curiosos transeúntes.
Punta Arenas, Chile, aun guarda las huellas del pasado, antes que el Canal de Panamá le quitara buena parte del tráfico marítimo entre Atlántico y Pacífico. Sin embargo queda un puerto importante para el pasaje de los barcos que viajan de Africa y del Cono Sur rumbo a Oceania y viceversa. Pablo Neruda, Francisco Coloane y Luis Sepúlveda supieron verdaderamente describir la particular atmósfera de esta ciudad. Frente al mar se encuentran palacios en puro estilo Liberty, avenidas y villas con bellos jardines , pero más adentro destacan las barriadas pobres, aunque llenas de colores, típicas de casi todo el Continente. La gente es muy amable con los estranjeros, nos ayudan a localizar la estación de autocares y de repente nos encontramos frente a un edificio donde un letrero entera que allí, durante los años de la dictadura, se torturó, así que sacamos una foto.
En la estación hay también unos pasajeros procedentes del barco, brasileños, mexicanos, españoles, todos esperando nuestro mismo autobus. Atravesaremos la Pampa chilena, que es a menudo abrupta y espectacular ; a lo largo de kilómetros es la naturaleza que nos envuelve : manchas de mata negra, arbusto austral, y otros matorrales hasta el horizonte. De vez en cuando, el reflejo azul de lagunas y fiordos que penetran tierra adentro interrumpe el verde obscuro de la vegetación pampera. Horas y horas de viaje,mientras bandadas de ñandúes (avestruz americana) y rebaños de ovejas merinas pastan cerca de la carretera, hasta que alcanzamos la Cordillera Andina y Puerto Natales con su larguísimo fiordo. Flamencos rosas y cisnes de cuello negro, los mismos que cantó Neruda, poblan esas aguas, junto a los gansos cauquén, los más comunes en toda Patagonia . Dentro de media horita llegará la noche con la Cruz del Sur velando sobre nieves, aguas, barrancos y feas barriadas ciudadanas.
Hay que madrugar para coger el autocare con destino al Parque Nacional de las Torres del Paine, uno de los más importantes de la Cordillera chilena. En los profundos valles andinos, la presencia humana sólo se percibe en las escasas poblaciones , en el vaivén de rebaños ovejunos y manadas de vacas ; la mayoría de esas son de raza Hereford, gordas y sin cuernos, de origen anglo-americana. Pero, desde las alturas, entre los matorrales de mil perfumes y los escasos bosques, ya divisamos tropillas de guanacos, dueños de la pampa y de la cordillera, aun más frecuentes mientras nos acercamos al macizo del Paine, reino de glaciares y del cóndor, ave sagrada de los nativos americanos, que ya voltea sobre nosotros y luego sobre unos lagos larguísimos, azules y despoblados. Nos damos cuenta que, en este mundo austral,la esfera de la tierra es más estrecha que en Europa, así que el horizonte se dobla hacia curvas lejanas. Imposible sería describir la dimensión de un medio ambiente dominado por la naturaleza, donde los asentamientos humanos se encuentran arrinconados en los lugares más favorables, como oasis perdidas entre distancias incomprensibles para un europeo.Y ni las fotos pueden hacernos comprender todo eso. Llegaremos a nuestro hotel hacia mediodía.Nos queda bastante tiempo para comer, charlar con unas chicas muy interesadas en conocer a Italia, y dar un largo paseo a lo largo del Río Serrano, disfrutando del buen tiempo , del paisaje y de la naturaleza que nos rodea.
Madrugamos otra vez para el largo traslado hasta la frontera argentina. A veces, en este tramo muy salvaje del recorrido,según nos comenta nuestro simpático taxista, es posible avistar el puma: las últimas horas de la noche son las mejores para alcanzar sus presas,porque este rey de de la naturaleza americana, como los demás félidos, logra ver también en las tinieblas. Pero, lamentablemente, no se deja ver por nosostros , así que nos contentamos con divisar unas liebres (de origen europea) y luego zorros, ñandúes y guanacos corriendo por la meseta.El conductor nos explica que un derrumbamiento de rocas ha interrumpido la carretera principal , así que precisa pasar por una ruta secondaria, que, por dicha, nos permite disfrutar de escenarios magníficos sobre lagos y sierras . Alcanzamos Cerro del Castillo, aldea de frontera : allí esperaremos el autocare para la vuelta a Argentina. Estamos a comienzos de primavera y, pese al frío de la alborada montañesa, el cielo queda azul, prometendo días buenos. El autocare llega puntual y para el pasaje de frontera en los puestos chileno y argentino hay que subir y bajar dos veces del vehículo. Allende la frontera , un jinete gaucho conduciendo un rebaño de merinas, nos da la bienvenida en territorio argentino. A bordo del autocare nos encontramos nuevamente con amigos españoles, brasileños y mexicanos; sin embargo argentinos y chilenos son la mayoría de los pasajeros. Y luego, pampa, lagos y altiplanos inmensos nos acompañarán hasta nuestra meta andina, El Calafate, a orillas del Lago Argentino, el segundo de todo Sudamérica; se trata de una ciudad pequeña, muy linda, que vive sobre todo de turismo, llena de vida y de caras jóvenes. Así que es un placer ir andando por las calles.
Día 1 de octubre
Al borde del impresionante glaciar Perito Moreno se llega con un catamarán, cruzando un ramo del Lago Argentino. El ventisquero se extiende por kilómetros en un inmenso valle andino ; témpanos de hielo se deslizan en el lago, flotando. Nos encontramos en el Parque Nacional de los Glaciares y el gigantesco ventisquero puede observarse también desde un mirador con escaleras situado en la opuesta orilla del lago. Es un día frío y nublado, pero una buena sopa caliente de lentejas nos espera en el refugio- restaurante cerca del mirador, lleno de turistas. Durante el regreso a El Calafate, descubriré que los abuelos de nuestra “cicerona” argentina, la señora Bruna, son originales de mi mismo pueblo, en la provincia de Piacenza. ¿Será una lejana prima mía ?
La jornada empieza con la cancelación de nuestro vuelo El Calafate-Trelew. Tendremos que alcanzar Trelew(Patagonia Norte) pasando por Ushuaia, lo que precisa hora y media más. Así que a nuestra llegada final, no encontraremos a nuestros acompañantes, detenidos por un accidente en la carretera. En todo caso logramos llegar a nuestra meta, la ciudad de Puerto Madryn, cerca de la Península Valdés, con un autocare.Por dicha, nuestra agencia de viaje nos ofrece una excursion a la Bahía del Doradillo, esa misma tarde, a unos kilómetros de la ciudad, donde es posible avistar las ballenas nadando y buceando cerca del litoral. En el coche todoterreno que nos lleva a la playa hay una simpática y juvenil abuela con dos nietos, un niño de siete años y una chica de trece. Toda la familia y el conductor-guía también nos acogen con amabilidad y alegría. En la playa,pese al viento y a los nubarrones, hay una muchedumbre entusiasta, familias enteras y hasta alumnados asistiendo a las maniobras de las ballenas y de sus crías. Estamos en la temporada del regreso de los cetáceos, que se acercan a la costa de la Península Valdés, Parque Nacional entre los más conocidos, donde el mar , gracias al encuentro de dos corrientes marinas,es riquísimo de krill y plancton, alimentos base de la ballena franca austral, princesa de los océanos. Sin embargo, la presencia de una refinería de aluminio a orillas del mar, al margen de Puerto Madryn, supone una hipóteca sobre el futuro del medio ambiente local.
En la mañana salimos para Puerto Pirámides,en el Parque Nacional,; allí nos embarcamos para una excursión mar adentro cerca de las ballenas . Dentro de poco mamá ballena y cría se acercan al barco, poco más que una patera, con el hito de controlarnos y enseñar a la cría cómo tratar a esos extraños seres anfibios. Por lo tanto bucean y emergen rápidas para respirar bajo y al lado de la barca, que danza encima de las olas causadas por los cetáceos, a los que no resulta tan fácil sacarles fotos. Lamentablemente las grandes gaviotas “ gavión” representan un serio peligro para las ballenas : tienen picos afilados que logran arrancar pedazos de carne de sus espaldas , para comerse la grasa. Mientras los cetáceos adultos emergen sin enseñar su dorso, las crías son las más expuestas a los ataques de esas aves. Regresamos a tierra después de una horita, para atravesar el Parque y sus anchos matorrales que terminan por todos lados sobre acantilados, barrancas y playas larguísimas : allí descansan bajo el sol de primavera los elefantes marinos, gigantes entre los sirénidos. Hay que acercarse con cuidado , letreros y corrales separan esas playas de la intromisión humana. El escenario más bello se encuentra en Caleta Valdés : una larguisíma lengua de arena y dunas forma un extraño promontorio que cierra las aguas azules y puras de la ensenada. La vuelta a Puerto Madryn permite gozar de la vista de lagunas y salares, frecuentados por los flamencos rosas ; como siempre nos acompaña la fauna de la pampa : ñandúes, guanacos y maras, las liebres del Cono Sur, muy frecuentes en los matorrales del Parque.
Día 4 de octubre
Hoy nos espera un largo viaje , con primera etapa en las pingüineras de Punta Tombo, en la costa sur de la comarca. Se trata sobre todo de los pingüinos de Magallanes, aunque no faltan unos pingüinos penacho, más precavidos hacia los humanos. Aquí, como ya en la Isla Magdalena, esas aves andan y anidan también muy lejos de las playas ; para no molestarlos sólo está permitido recorrer unas sendas obligatorias. Asombra el alboroto de chillidos y vaivén de los pingüinos por todos lados. Pero, otras aves y pájaros poblan este tramo de costa : rapaces como caranchos y chimangos, parecidos a los elanios europeos, martinetas (perdices pamperas con penacho), águilas moras,cormoranes de cuello negro. Entre los mamíferos destacan los zorros colorados, las maras y los cuis (roedores, parecidos a pequeñas marmotas). Después de la excursion, el autocare nos lleva al aeropuerto de la cercana ciudad de Trelew. Saludaremos a Patagonia y a nuestros compañeros de viaje. Ya es tiempo de volver a Buenos Aires.
Días 5, 6 y 7 de octubre
Baires nos envuelve nuevamente en su dimensión de metrópolis, tráfico, prisa y ruido, pero también brinda sus interminables alamedas, su arquitectura Liberty, superbos parques y jardines poblados de loritos, palomas , patos y gatos. Y de una humanidad muy varia que llega de medio mundo ; caras de inmigrados peruanos y paraguayos desfilan al lado de turistas europeos, japoneses y norteamericanos. Desde el Barrio Palermo es posible, andando por unos quilómetros a lo largo de las alamedas, llegar hasta el Río de la Plata. Sin embargo nos detenemos frente a unas barriadas que nos parecen un poco extrañas y damos la vuelta a un ancho parque. Esta será la noche del tango : en el Café de Los Angelitos, casi un templo de la música porteña, asistiremos a un espectáculo del mejor tango clásico, con piezas de Osvaldo Pugliese, Astor Piazzolla y Carlos Gardel. En el salón, muchísimos estranjeros y argentinos venidos del norte (Tucumán, Córdoba). Salimos del local a medianoche y, por ser sábado, la ciudad queda llena de vida, quizá más discreta que en los fines de semana europeos.
El domingo es un verdadero día de primavera, sol y cielo azul, que preferimos compartir con los porteños: una muchedumbre increíble acude a los grandes parques de la ciudad , los paseos se poblan de puestos que ofrecen chorizos y hamburguesas (en raciones enormes,), pasteles,agua caliente para el mate, flores y juguetes. Hay música por todos lados y gente corriendo, bailando ,manejando móviles y computadoras. Y familias con niños en cada rincón. Los autocares de los “hinchas” pasan (por dicha) lejos, de vez en cuando se oyen sus desafinados coros. Por la noche cenaremos en una pequeña hostería de poetas y artistas en Calle Guatemala,que brinda paredes decoradas con poemas e imágenes estilizadas y rapsodías de música jazz y porteña. Nada mejor para saludar a este mundo del Cono Sur , que nos ha regalado la maravillosa experiencia de dimensiones que ni podíamos imaginarnos.
Ha llegado el lunes y antes de despedirnos, aun queda tiempo para una vuelta al cercano Jardín Botánico Carlos Thay, siete hectáreas de un paseo a través de lo más típico de la flora americana. Unas horas más para disfrutar de la primavera y de la tibia brisa rioplatenses, pero con el pensamiento ya dirigido hacia Milán.
Organización del viaje
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