Al cabo, ha llegado el día : el viaje de nuestros sueños acaba de empezar. Llegamos a Linate, yo y mi mujer Angelamaria, mientras nuestra única maleta sufre la ruptura del mango del trolley ; después de media hora ella logra repararla de manera provisoria. Yo estoy como perdido en el aeropuerto, como si nunca hubiera viajado en mi vida, que durante veinte años ha sido un incesante traslado de una ciudad a otra . Así que, en el puesto policial, se me ocurre olvidar mi bolsa con todo lo necesario, pasaporte, dinero, etcétera. Por dicha, otro amable pasajero se da cuenta de lo ocurrido y me entera. Solidaridad entre viajeros…
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