Una mañana diferente de Raffaella Bolletti

Cuando llegó un grupo de personas para pasar algunos días en mi pequeño hotel pensé que por fin la situación iba normalizándose. Además, me parecían personas adineradas, si consideramos sus prendas. Dos hombres que parecían ejecutivos y una mujer elegante con zapatos blancos de tacones. Otra mujer, la rubia, actuaba de portavoz. Fue ella que me pidió cuatro habitaciones silenciosas y nada de comida. Cuando se levantaron, la mañana siguiente, la rubia me dijo que no necesitaban desayunar, solo deseaban tomar el sol en un lugar tranquilo.

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