
Hoy ya no duermen los ángeles tan aseados como de costumbre. Han pasado toda la jornada combatiendo oleadas de réprobos y el cielo está inquieto. El cielo ha visto sus puertas zarandeadas que por milagro no han sido abatidas. Es evidente que las fuerzas del mal cada vez se organizan mejor y para combatirlas de verdad no es suficiente con creer que se goza de un orden moral superior. A la fuerza se le combate con la fuerza. A la violencia con una violencia superior.
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