Hace aún frío en esta mañana de junio en Madrid. Hay un temor de auxilio y distancia, una respetuosa prudencia discreta a pesar del ruido de sables que manejan los políticos, gente ominosa y prescindible. La sombra de la sospecha se alargará durante meses. Tal vez nunca desaparezca. Es como el sida pero con la cruel realidad de sin relaciones. ¡Qué devastación gratuita contra el amor libre y qué aniquilación contra el de pago! ¡Qué ingenua soberbia la de creer que somos inmortales mientras duran las caricias! Millones de besos perdidos. Millones de abrazos que ya no tendrán lugar.
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