Cuando tenía catorce años no había todavía, en los colegios, clases mixtas. Tuve la suerte de asistir a una de las primeras.
Un lunes, en la clase de matemáticas, el profesor pidió que nos pusiéramos de pie, entró solemnemente el director e hizo este sucinto discurso:
—Muchachos, nuestro colegio, el Saint Louis, siempre a la vanguardia, es el primer instituto de Bruselas en el que vamos a experimentar las clases mixtas. Las muchachas del liceo Saint Catherine van a participar con vosotros en nuestras clases. Espero de vosotros que las acojáis con disciplina y simpatía.
¡Entrad chicas!
