Wally parecía muerta, tendida sobre la superficie áspera, color de papel de embalaje que Egon utilizaba generalmente para sus retratos. Esta vez no estaba desnuda, nada que sea agresivo en esa blusa elegante con un fular naranja y unos pendientes marrones claros. Ella estaba tendida, con una mueca que podría ser una sonrisa, sus labios aún pintados se sintonizaban con el rojo de su prenda.
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