Mujer acostada con blusa roja de Egon Schiele
Fue una noche larga, maravillosa. Cuando por fin estabas lista para salir de mi casa y volver a tu familia, el sueño prevaleció y te acostaste aquí. Ahora duermes y pareces feliz, ojalá estés sonriendo por nuestra nueva relación. No puedo apartar la mirada y sigo sentado aquí con el deseo de abrazarte de nuevo. Has puesto la mano derecha cerca de la nariz. Tu mano que aún lleva el olor de mi piel, de tu piel. Yo también llevo puesto el olor de nuestros cuerpos, yo también estoy tranquilo y seguro de que nuestra relación borrará la anterior y dejará una huella distinta en mi alma, una nueva emoción, una emoción ruidosa. Recuerdo que en la cama todo era intenso, la mirada, las caricias, el espasmo. Sé que cuando despertarás y te irás, al cerrar yo también los ojos, los recuerdos surgirán con olor a tristeza. Déjame entonces el rojo vivo de tus labios en mi piel, para que pueda hundirme en una espiral de felicidad desconocida. Estoy preparado para aceptar lo que llegue. Pero ahora duerme mi amor, ¡duerme! Yo seguiré aquí mirándote con tu blusa roja.