CROSSOVER I: De cuando la poesía se encuentra con una publicidad de Coca Cola

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……..#BREVIARIO

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Valeria Correa Fiz


Rodolfo Enrique Fogwill (Quilmes, Buenos Aires,15 de julio de 1941–Buenos Aires,21 de agosto de 2010), o simplemente FOGWILL, fue un escritor y sociólogo argentino que alcanzó renombre, primero, como directivo de empresas de publicidad y de marketing y, luego, como escritor.

Muchas son las leyendas y anécdotas que se han tejido en torno a su figura. Fogwill se construyó a sí mismo como un personaje procaz, hipersexual, sincero, siempre polémico. “Cada escritor tiene su máscara y arma su pose”, decía. “Mi pose es ésta: yo siempre aspiro a mentir con la verdad”.

Coca Cola aparece dos veces en la vida literaria de Fogwill. La primera vez en los años ochenta, cuando la empresa patrocinó un concurso literario que Fogwill ganó con el cuento “Muchacha punk”. El mito del escritor argentino también es el mito de la velocidad y de las drogas: se suele decir que escribió “Los pichiciegos” (una novela magnífica que trata de la guerra de Malvinas) en tres o cuatro días y con 21 gramos de cocaína en el cuerpo. De “Muchacha punk”, se dice que la escribió en tres horas. Cuando quisieron publicar el cuento, Fogwill pidió a Coca Cola más dinero. Resultado: el cuento salió en un libro autoeditado.

Treinta años después, la agencia de publicidad Santo le propuso a Coca Cola utilizar un poema de Fogwill para una publicidad de Coca Light y los gerentes de Coca Cola, que eran jóvenes y desconocían lo sucedido treinta años antes, aceptaron. El resultado de este crossover entre poesía (un fragmento del poema de Fogwill “Llamado por los malos poetas”) y publicidad es el que sigue –lamentablemente, en mi opinión, una interpretación edulcorada, apta para todo público, en la que la fuerza del poema se desvanece. Como si Coca Cola se hubiera vengado de Fogwill utilizando su propio poema.

Pero para que puedan juzgar el crossover (y el poema) en toda su extensión, copio aquí el poema original en toda su extensión y esplendor.


Llamado por los malos poetas

Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas
malos. Dos, cien, mil malos poetas
se necesitan más para que estallen
las diez mil flores del poema.

Que en ellos viva la poesía,
la innecesaria, la fútil, la sutil
poesía imprescindible. O la in-
versa: la poesía necesaria,
la prescindible para vivir.

Que florezcan diez maos en el pantano
y en la barranca un Ele, un Juan,
un Gelman como elefante entero de cristal roto,
o un Rojas roto, mendigando
a la Reina de España.

(Ahora España
ha vuelto a ser un reino y tiene Reina,
y Rey del reino. España es un tablero
de alfiles politizados y peones
recién comidos: a la derecha, negros, paralizados, fuera del juego).

Y aquí hay torres de goma, alfiles
politizados y damas policiales
vigilando la casa.
A la caza del hombre,
por hambre, corren todos, saltan
de la cuadrícula y son comidos.

Todo eso abunda: faltan los poetas,
los mil, los diez mil malos, cada uno
armado con su libro de mierda. Faltan,
sus ensayitos y sus novela en preparación.

Ah.. y los curricola,
y sus diez mil applys nos faltan.

No es la muerte del hombre, es una gran ausencia
humana de malos poetas. Que florezcan
cien millones de tentativas abortadas,
relecturas, incordios,
folios de cartulina, ilustraciones
de gente amiga, cenas
con gente amiga, exégesis, escolios,
tiempo perdido como todo.

Se necesitan poetas gay, poetas
lesbianas, poetas
consagrados a la cuestión del género,
poetas que canten al hambre, al hombre,
al nombre de su barrio, al arte y a la industria,
a la estabilidad de las instituciones,
a la mancha de ozono, al agujero
de la revolución, al tajo agrio
de las mujeres, al latido
inaudible del pentium y a la guerra
entendida como continuidad de la política,
del comercio,
del ocio de escribir.

Se necesitan Betos, Titos, Carlos
que escriban poemas. Alejandras y Marthas
que escriban. Nombres para poetas,
anagramas, seudónimos y contraseñas
para el chat room del verso se necesitan.

Una poesía aquí del cirujeo en la veredas.
Una poesía aquí de la mendicidad en las instituciones.
Una poesía de los salones de lectura de versos.

Una poesía por las calles (venid a ver los versos por las calles…)

Una poesía cosmopolita (subid a ver los versos por la web…).

Una poesía del amor aggiornado (bajad a ver poesía en el pesebre del amor…)

Una poesía explosiva: etarra, ética,
poéticamente equivocada.

En los papeles, en los canales
culturales de cable, en las pantallas
y en los monitores, en las antologías y en revistas
y en libros y en emisiones clandestinas
de frecuencia modulada se buscan
poetas y más malos poetas:
grandes poetas celebrados pequeños,
poetas notorios, plumas iluminadas,
hombres nimios, miméticos,
deteriorados por el alcohol,
descerebrados por la droga,
hipnotizados por el sexo
idiotizados por el rock,
odiados, amados por la gente aquí.

En las habitaciones se buscan.
En un bar, en los flippers,
en los minutos de descanso de la oficina,
entre dos clases de gramática,
en clase media, en barrios
vigilados se buscan.

¿Habrá en la tropa?
¿En los balnearios, en los baños
públicos que han comenzado a construir?
¿En los certámenes de versos?
¿En los torneos de minifútbol?
¿Bajo el sol quieto?
¿A solas con su lengua?
¿A solas con una idea repetitiva?
¿Con gente?
¿Sin amor?

No es el fin de la historia, es
el comienzo de la histeria lingual.

Todo comienza y nace de una necesidad fraguada en la lengua.
Falsifiquemos el deseo:
Te necesito nene.
Para empezar te necesito.
Para necesitar, te pido
ese minuto de poesía que necesito, necio:
quisiera ver si me devuelves el ritmo de un mal poema,
que me acarices con sus ripios,
que me turbes la mente con otra idea banal,
y que me bañes todo con la trivialidad del medio.

Y en medio del camino, en el comienzo
de la comedia terrenal, quiero vivir
la necedad y la necesidad
de un sentimiento falso.

Se necesitan nuevos sentimientos,
nuevos pensamientos imbéciles, nuevas
propuestas para el cambio, causas
para temer, para tener,
aquí en el sur.

Y arriba España es un panal
de hormigas orientales:
rumanas, tunecinos,
suecas a la sombra de un Rey.

Riámonos del Rey.
De su fealdad.
De su fatalidad.
De Su Graciosa Realidad.
La realidad es un ensueño compartido.
La realidad de España
es su filosa lengua pronunciando la eñe
y su mojada espada pronunciando el orden
del capital y la sintaxis.

¡Ay, lengua:
aparta de mí este cuerno de la prosperidad clavado en tu ingle,
suturada de chips, y cubre

…………..nuestras heridas con el bálsamo de los malos poemas..!