De los verdes amazónicos a los azulados italianos

Quiero esta noche de luna creciente de marzo del 2020, expresar mi sentimiento de gratitud, a Mario y a Clarita por invitarme a exponer en la “Casa-Museo Guzmán”, un templo y una apuesta por el cultivo de las artes en el Sur de Colombia.
También a ustedes apreciados amigos, hermanos y compañeros en el largo camino, por acompañarnos a esta puesta en escena, de magia arquitectónica, maravillosa Galería de arte.

Inicié a expresar libremente mis pensamientos de niño, gracias a la cómplice de mi mamá que me hacía cuarto con los mamarrachos que en las paredes de la casa yo embadurnaba y ella no borraba.
Estimuló poco después, mi infantil imaginación hacia lo creativo, el escuchar religiosamente durante años, cuentos de nuestra cultura popular, relatados por los más humildes de nuestra ciudad de de hace 70 y 100 años, cuando todos  los días martes sin falta en la puerta de la casa de mis padres, recibían sagradamente su almuerzo y entretejían fantásticos relatos de la inventiva y la mitología nuestra. Fueron por aquellos años estos sabios cuenteros los guías de mis sueños.
De 18 y recién graduado de bachillerato, en reunión con todos mis hermanos, mi papá con voz de trueno me preguntó:
— ¿Qué quiere estudiar mijo?…  Y antes que le respondiera sentenció que “Primero él muerto, antes que alguno de sus hijos fuera cura, militar o abogado…(y él era un gran abogado…) 
Tirándomelas de valiente, levanté mi mano y proclamé que yo quería ser un Pintor. Con su vozarrón ahora aún más fuerte y sus ojos de fuego puestos en los míos, sentenció que los pintores eran unos locos, unos despistados que se la pasaban volando como las cometas o las mariposas.
Estudié arquitectura que era lo más parecido y en algún semestre más adelante inicié al mismo tiempo a estudiar arte en la universidad nacional de Colombia y luego al venirme de la capital a trabajar a Neiva, reinicié y terminé en la Escuela de Artes Visuales que fundé con otros soñadores y que hoy ya se ha constituido en la más gigantesca plaga de artistas del país. 
Transitando así en los universos del Arte desde los primeros mamarrachos expresivos de cuando era un niño y proseguir luego en tantas etapas, escuelas y técnicas desde lo figurativo y en el realismo haciendo de cámara fotográfica, seguidos del puntillismo, enamorado sin remedio del impresionismo, enloquecido por el surrealismo, para desembocar desenfrenado ya adulto en el arte erótico y luego quizás ya hoy finalmente, con la fuerza del expresionismo y a veces un expresionismo abstracto y que si el aliento alcanza para llegar a la vejez reviejo, volver al y lograr expresar los felices mamarrachos de aquellos lejanos primeros años que de niño gozaba embadurnando las paredes de la casa de mis  padres.
La muestra que hoy expongo, sus colores provienen de un maravilloso recorrido que hiciéramos hace años con mi hijo menor Juan Felipe, por el gigantesco río Amazonas desde el Perú, Colombia y llegar al corazón de las selvas del Brasil.
Desde esta experiencia fascinante, quedé alucinado y hasta ahora atrapado por el misterio de la Amazonía.
Aún ahora después de varios años viviendo lejos, cuando expreso paisajes de azules marinos italianos, ellos hasta allá han llegado, se han colado e instalado en algunos óleos aquí expuestos, colores y partículas de intensa gama que, desde esta otra lejana orilla latinoamericana, han viajado a Italia y se han pegado en los lienzos que podemos observar esta noche.
Hablar de mi obra con palabras dibujadas y aquí escritas, la misma obra me alcanza y me grita que no lo haga, que para eso están ellas para comunicarse directamente con ustedes, por medio de sus colores exuberantes y fuerza expresados con intensa pasión mediante vigorosas y enérgicas pinceladas que en los óleos encandilan e interpreto así lo insólito del mundo cósmico de las selvas amazónicas algunos desde sus propias entrañas vírgenes no violadas por la crueldad de los hombres y otras observadas desde su río, entre las recientes y crueles quemas y soles inolvidables que enmudecen el colorido misterioso de millones de sonidos que emergen de lo más profundo de su hábitat en las acuarelas y tintas aquí también esta noche expuestas.
Por último, mi declaratoria a mis nuevos mejores amigos en Milán que se han vuelto para mí tan entrañables acogiéndome de inmediato cuando tuve que huir de Colombia en aquellos años de nuestra larga y sangrienta guerra interna y llegar a esa bella tierra que es Italia.

Mi obra “De los verdes amazónicos a los azulados italianos” hoy aquí expuesta, la dedico a Jean Claude Fonder, a Valeria y a cada uno del valioso y apreciado grupo que desde Milán alrededor del Cervantes, nuestra Biblioteca y el vital grupo literario del “Tapañol”, leemos, escribimos y dibujamos nuevas bellas-letras, construyendo palabras creativas todos los días de la vida nuestra.


Olmo Guillermo Liévano