Los microrrelatos del Tapañol

BERTHE MORISOT, Espelho de Vestir, óleo sobre tela, 1876

Tema: IZQUIERDA


1. IZQUIERDA de Gloria Rolfo

La mano izquierda no se aprecia como tendría que ser. Porque es cierto que muchas cosas, como comer, escribir, pintar y otras cosas las hacemos con la derecha pero sin la ayuda de la mano izquierda no las podríamos hacer. Comemos con la derecha pero, si la izquierda no sostuviera el tenedor no podríamos cortar la carne y escribimos con la derecha pero para sostener la hoja de papel o el cuaderno tenemos que usar la izquierda y también pintamos con la derecha pero el dibujo lo tenemos con la izquierda, y también para coser enhebramos la aguja con las dos manos y sujetamos lo que tenemos que coser con la mano izquierda. Yo pienso que si tenemos necesidad de la mano derecha tenemos también necesidad de la mano izquierda en la misma medida.

2. EL ZURDO de Adriana Langtry

Esta vez no iba a poder escapar. Lo esperaban escondidos en el recoveco de la calleja. Eran cuatro contra uno. Lo habían espiado día tras día y ahora conocían de memoria horarios y recorridos: salía del colegio, cruzaba la explanada de la Catedral y sin detenerse -también sabían, ya sin asombro, que desertaba las clases de catequismo- tomaba por la cortada oscura para abreviar el camino hacia  casa, un edificio colonial del otro lado de la avenida. 
El muchacho era delgado, pálido, parecía enfermizo. Los cabellos arremolinados hasta los hombros lo confundían por momentos con una jovencita. Pero ya desde niňo había demostrado un vigor anímico descomunal que lo convertía en león contra las injusticias. Ni el padre, hombre tradicionalista, ni la severidad de los maestros habían logrado doblegar su rebeldía. Era un ser diferente. Un desadaptado sostenían algunos considerando sus inclinaciones naturales como una maldición siniestra. Algunos le temían, quizás porque en el fondo soñaba con reconstruir el mundo que, a su decir, giraba desde siempre en sentido contrario. No quedaba que actuar drásticamente.
Lo vieron avanzar bajo el cielo abierto, penetrar en la humedad sombría de la calle como un ciego en la boca del lobo. Lo esperaban. Apenas unos pasos, le saltaron encima. Puñetazos, gritos sofocados, libros desencuadernados y hojas que terminaron pisoteadas por el suelo. 
Amarrado y vendado lo bajaron del auto. Entrando en el zaguán reconoció el ancestral perfume de naranjos. Lo llevaron al despacho donde, detrás del escritorio, se erguía silenciosa la figura monolítica del hombre. Mientras lo desataban, distinguió bajo la venda un blancor de papeles junto al tintero de cristal. Escuchó que le gritaban: ¡zurdo! ¡esta vez te corregimos nosotros!. Le dolió el brazo izquierdo mientras se lo torcían detrás de la espalda. Le aferraron la diestra y lo obligaron a escribir.

3. IZQUIERDA de Mirna Escobar

Hoy quiero hablar de mi parte izquierda.
Esa parte de mi corazón que tengo y a veces pulsa fuerte, cuando las emociones lo abrazan, y otras veces casi casi lo he visto apagarse de repente; pero por uno o por otro motivo, nunca lo he visto vencido.
Hablo de él, porque es la parte mía que siempre camina donde quiere ir, no es racional como la parte derecha de mi cerebro; lo siento palpitar aunque cuando muchas veces quisiera quedarse dormido, él no conoce orgullo, no se deja dominar, sólo quiere continuar a palpitar y yo con él a sentirme viva.

4. INSTANTANEA DE ABRIL de Iris Menegoz

Puños cerrados hacia el cielo de primavera.
Mejillas rojas como las banderas.
Canciones rebeldes que queman gargantas.
Ojos borrachos de tanta esperanza.

5. LA COMPRA DE IZQUIERDA de Luigi Chiesa

Cuando vamos a hacer la compra votamos, dependiendo de lo que compramos. ¿Qué es de izquierdas?, a veces me pregunto, y ese es el problema.
¿Tomates? Claro de mi parte, ¿ostras? No sé, han cambiado faceta.
Bañarse es de izquierdas, ducharse de derechas, comprar una capa de derechas, irse de vacaciones de izquierdas, veranear de derechas.
Es una línea sutil por la que se anda aquí, probar, saborear, consumir a sorbos, y por otro lado llenar la boca, tragar, escupir y blasfemar; andar de puntillas, acariciar el alma, susurrar no gritar, es un dilema que estoy teniendo.
Dejarse leer en lo hondo de tus ojos, ponerse en cuclillas hundido en el calor de tu cuerpo ¿de qué lado están?
La palabra no tiene color, negra, roja, rosada, cualquier color, pero puede ser muy pesada, y dejar heridas insalvables que difunden metástasis en el cerebro. Si me llamas Amor es una palabrota de derechas, si te digo hola muchacha, no lo es. No se necesitan las palabras, es suficiente una mirada, pensar lo mismo que tú estás pensando, es el lenguaje de lo no dicho.
Dime algo de izquierdas, por favor dime algo… antes de irte para siempre como una presencia que se desliza sobre mí.

6. EL ESPEJO MÁGICO DE MI CASA de Olmo Guillermo Liévano (*)

Muy niño y todavía sin hablar como los grandes, feliz estaba un memorable día montado en mi pequeño triciclo regalo de navidad, de color rojo. Sin darme cuenta entré a la habitación paterna que me estaba prohibido y me encontré una luminosa ventana y al frente, otro niño con su propio triciclo, igual al mío… lo saludé y él también me saludó… di la vuelta y de nuevo igual nos saludamos… la ropa que él vestía, era igual a la que mi mamá me hacía en su máquina de coser…  En cada vuelta que daba, yo le saludaba con una mano y él me respondía con la otra. Después de muchas idas y venidas y emitir cada uno los mismos gritos al mismo tiempo, resolví bajarme, conocerlo para así jugar con mi nuevo amigo. Él también se bajó al mismo tiempo y los dos frente a frente nos miramos…  Cualquier movimiento mío, él igual lo hacía… Quise tocarlo, entrar en contacto y alargué mi mano y él la otra suya para hacer lo mismo… Algo nos separaba e impedía que yo fuera a él o él a mí viniera. Ya en adelante sólo quise ir adonde el niño y en el mismo sitio a encontrarme con el niño… Tan sólo recuerdo que al estar mirándonos los dos muy cerca a los dos ojos, ellos se convirtieron en uno solo y en ése instante por la ventana penetré a su mundo tan distinto al mío…                                           
Hoy ya con tantos años encima, aunque parece que fuera ayer, muchas veces quisiera  recordar tan siquiera alguna cosa de ésa otra dimensión que por una vez de niño me permitieron conocer  y el hemisferio izquierdo de mi cerebro me dice que se trataba de un espejo y que mi mano derecha de ése mundo era la misma mano izquierda de éste. 

7. CORTO CIRCUITO DE IZQUIERDA de Raffaella Bolletti

Los nuevos brujos no se esconden en el bosque, y no danzan en círculo en secreto, es más les gusta mucho llamar la atención. Pero sí se reúnen por la noche, en un palacio histórico; el moderador es un brujo mayor acompañado de una pequeña campanilla. En el centro del circulo hay el corazón pulsante -una gran cacerola- donde estos tipos disfrazados de políticos, como si fueran un sistema vascular, aportan sus ideas para el funcionamiento del órgano, formando una sopa recalentada, hecha de palabras siempre iguales, diferentes solo en el lenguaje a veces grosero, de propaganda. Desde hace tiempo el corazón pulsante estaba esperando que las arterias coronarias de su lado izquierdo le aportaran nuevas ideas. Tuvo que darse cuenta de que su parte izquierda sufría un corto circuito y se había vuelto algo invisible. Se enteró de que las arterias de la izquierda, peleaban entre sí mismas por si debían dividirse en ramas finas más de izquierdas o más bien de centroizquierda, mientras tanto se habían formado coágulos, y el flujo de palabras se había reducido, con el riesgo de un ataque al corazón-cacerola. Pero los brujos parecen no darse cuenta del peligro y siguen mezclando la sopa, y cuando esté lista se distribuirá entre la población que cansada y enojada se lo come todo.

8. ¿DÓNDE ESTÁ LA IZQUIERDA? de Jean Claude Fonder

Todo está blanco, el general inverno reina en los campos alrededor como señor y dueño. Mi mirada se pierde a lo lejos, la nieve está omnipresente, la escarcha como en un postal decora la ventana, nuestra casa está linda y caliente.
—¿Dónde está la izquierda?
Me vuelvo. Es Marianne, la pequeña, un periódico en la mano, que me interroga. Estupefacta le pregunto si a su edad no sabe todavía distinguir la izquierda y la derecha.
—Mama, es el periódico que hace un gran titular con esta pregunta. ¿Qué quieren  decir?
Una tormenta barre en un instante la calma apacible del paisaje nevado. Mi cerebro se pone en ebullición. ¿Qué se responde a una cuestión tan compleja?
—Marianne, ¿te acuerdas de la revolución francesa? Libertad, Igualdad, Fraternidad. Desde esta época los diputados más progresistas, los que preconizan más justicia social, más fraternidad se han sentado siempre en la asamblea a izquierda.
—He entendido. —dice Marianne brincando alegremente. —Será por este motivo que me he sentado en la extrema izquierda en mi clase. Voy a enviarles un selfie.
Se marcha sin esperar más y sale corriendo. 
Me quedo aturdida. Me vuelvo lentamente y miro por la ventana escarchada. La nieve está todavía allí.

(*).. Micro ganador