Tema: MILÁN Y YO
1. UNA CARTA DE AMOR de Iris Menegoz
Querida Milan,
Hace mucho tiempo que no escribo, y tampoco recibo, cartas de amor, pero esta vez necesito hablarte de mis sentimientos.
Yo te quiero, Milan.
Te quiero por mi niñez pobre pero tan rica de porvenir.
Te quiero por mi primer beso robado sobre un banco del parque una noche de niebla.
Te quiero por todos tus 25 de abril cantados con el relámpago rojo de las banderas en los ojos.
Te quiero porque en tu corazón generoso he encontrado los amigos de mi vida que conmigo han compartido éxitos, derrotas, alegría y amargura.
Si un día me iré no es por falta de amor, te lo juro, es que en otoño las hojas siempre caen cerca de las raíces del árbol y tú lo sabes que mis raíces están en el norte, donde un día volveré esperando el final.
¡Nunca te olvidaré ciudad querida!
2. MILÁN Y YO de Jean Claude Fonder
—Ahora trabajas en Italia. ¡Qué suerte! —me decían mis compañeros belgas evocando un enorme sol que domina unas casitas blancas perdidas delante el azul gigantesco del mar mediterráneo. El que aparecía sobre los carteles de la CIT (Compagnia italiana de turismo) de entonces. La pregunta siguiente era:
—¿Dónde? —esperando como respuesta Roma o cualquier ciudad famosa, Venecia, Florencia o Nápoles y cuando recibían la respuesta, Milán, algunos segundos de silencio dejaban percibir una vaga decepción.
¿Justificada? Probablemente, como todos, también yo en aquél momento veía en Milán una ciudad paréntesis, en la que se pase de camino hacia otra.
Cuando me propusieron seguir mi carrera en Italia, pensé inmediatamente en Ivrea, la sede de la poderosa Olivetti en la que trabajaba desde hacía muchos años, en la filial belga de Bruselas. Por Milán pasaba con la prisa de participar en una reunión internacional, nuestra capital piamontesa me esperaba. Así que, cuando supe che Milán, sede principal de la filial italiana, era la ciudad en la que tendría mi oficina, también yo, me quedé un poco decepcionado.
Pero bueno, al final por mi cargo tenía que recorrer toda Italia, desde Palermo a Bolzano, en todas las regiones de este estupendo país. En Roma, me quedaba tanto que alquilé un apartamento. Pero cuando tuve claro que acabaría mi carrera en Italia, Milán fue la elegida.
Milán me había seducido. Es hermosa, pero se esconde. No se desvela inmediatamente y cuando descubre su belleza es aún más impactante, pero eso no es lo más importante. Milán es una verdadera ciudad, tiene una personalidad, es compleja, animada, rica de cultura y de pasión. Es una ciudad que, más que desearla, se puede querer, y yo la quiero.
3. PARQUE DEL CASTILLO SFORZESCO, junio 2018 de Silvia Zanetto (*)
Un tiovivo de golondrinas danzan en círculo, juegan a rozar las antiguas murallas.
El calor aplana los ruidos, el instante se hace de cristal sobre este banco que le roba un aliento de sombra a los castaños de indias.
Grupos de turistas chinos y alemanes, embelesados, siguen sus guías a través de los patios del Castillo.
La chica sentada a mi lado lee un libro en inglés.
Yo, uno en español.
4. MILÁN Y YO de Gloria Rolfo
Milán y yo somos dos amigas que se encontraron y que iniciaron una amistad sin fin.
Descubrí Milan hace algunos años, un día que vine a traer a mi hijos que partían para Inglaterra. Había si venido otras veces, pero no me había emocionado particularmente hasta ese día que tenía un poco más de tiempo, y la pude recorrer. En ese momento sentí que era la ciudad en la cual quería vivir, una ciudad de la cual me enamoré y que nunca me traicionó, porque es una ciudad viva, activa y que acepta las novedades. Como dijo una colega de trabajo, una ciudad verdadera..
Milan y yo somos una pareja inseparable porque desde que conseguí venir a vivir acá yo no podría vivir en ningún otro lugar.
5. MILÁN Y YO de Leda Negri (**)
¡Con Milán tengo una relación de amor absoluto!
He nacido en frente del “Naviglio”. Soy milanesa desde 7 generaciones y mis tías vivían en el «vicolo lavandai».
Cuando voy de vacaciones echo de menos el Duomo y me gusta muchísimo la niebla, que ahora aparece poco y que nosotros llamamos «scighera».
No sé cómo explicarlo, lo que siento es una sensación de completa adhesión a mi ciudad.
Me gusta la elegancia sobria de los milaneses «bene» y la simpatía de las personas más modestas que todavía hablan nuestro dialecto. Lo que me más gusta es cómo han llegado a ser milaneses lo que no lo son y que conocen la ciudad más que nosotros.
Ahora hay un proyecto imponente para transformar Milán en una ciudad más verde con jardines y huertas en algunas áreas abandonadas.
Será aún más estupenda.
6. MIlÁN Y YO de Giulia Muttoni
Echo de menos Milán.
Echo de menos las nieblas que silenciaban los ruidos de mi ciudad, que ocultaban los palacios, que disfrazaban los transeúntes de la misma máscara gris. Echo de menos el hielo blanco del invierno, el bochorno inaguantable del verano sin aire condicionado, los abrigos ligeros durante las otras estaciones. Echo de menos a los carrilanos nativos: hedor de vino tinto y mil grados de indignidad.
He tenido que mudarme a Lima, extranjera en una ciudad extraña que no me gusta, que no es mi ciudad natal.
Lloro porque echo de menos Milán, lloro porque sigo viviendo en ella.
(*).. Micro ganador premio Tapañol
(**) Micro ganador premio Biblioteca
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