Caminaba por la plaza central y me acerqué a dos carabinieris (policías) para preguntarles cómo llegar a uno de los lugares que tenía en mi lista apuntados para visitar: el paseo de los enamorados. No sólo se limitaron a darme la indicación para llegar al lugar, uno de ellos me contó en segundos la conexión de ese lugar y su vida amorosa:
-Justo caminando por ahí, conocí a la que es hoy mi segunda esposa. Ese paseo es de suerte. Ambos se sonrieron. El compañero le dijo, ah, yo he caminado infinidad de veces por ahí y aún no he encontrado mi segunda, sigo casado con la misma y rieron con picardía.
-A ver qué suerte le trae a usted, me dijo. Yo con la misma picardía le respondí:
-Ya estoy casada, ahí está mi esposo, que a pocos metros tomaba una foto, casi recién casados, y la verdad no lo cambiaría por nada del mundo. Los tres sonreimos. Agradecí su amabilidad al darme la dirección que buscaba y me alejé sonreida por su simpatía y jocosidad pensando en que este lugar tiene el mismo atractivo y potencial turístico que otras localidades de la zona, pero conserva aún lo pintoresco y autóctono de los pueblos pequeños.
Mi anécdota con los carabinieris es un ejemplo de ello, como también lo es la pintoresca arquitectura de las casas de sus pobladores; en los cojines que colocan a manera de fila india en los extremos izquierda y derecha de las escaleras de piedra de algunas de sus principales calles angostas que conducen a la parte baja del pueblo a orillas del lago. Este detalle me pareció particularmente curioso y original. Ahí, turistas y locales se sientan a tomar una granita, comer un helado y simplemente para descansar unos minutos y contemplar el maravilloso paisaje: El Lago de Como en todo su esplendor.
Les hablo de Varenna, una hermosa localidad ubicada en la provincia de Lecco, región de Lombardía, a orillas del Lago de Como, en el norte de Italia. Su población se calcula apenas en 850 habitantes en un perímetro de 11,2 kilómetros cuadrados. Ampliamente visitada y en el ranking de los pueblos más bellos de Italia.
Antes de dirigirme al paseo de los enamorados visité sus dos principales iglesias ubicadas en la zona norte y sur de la plaza central. Independientemente si se profesa o no alguna religión, es importante conocerlas por su valor histórico, arquitectónico y artístico: la principal y de mayor tamaño se ubica en la parte norte y es la Iglesia de San Giorgio, construida en 1313, característica de la arquitectura lombarda del Siglo XIV, la cual está estructurada en tres naves; en su interior combina los estilos neoclásicos y barrocos.
En la parte sur de la plaza, está la Iglesia San Giovanni Battista; románica, construida en el Siglo XI, que consta de una sola nave en forma rectangular, en la que según relata un escrito fueron encontrados durante sus trabajos de restauración una de las primeras catacumbas cristianas.
Al salir de ahí me dispuse a buscar el paseo de los enamorados. Me metí por una de las calles de acceso a la parte baja del pueblo. Es caracterìstico de Varenna sus calles angostas y empinadas, los arcos en sus calles, las flores en los balcones. Dicho paseo consta de una pasarela peatonal de color rojo que conduce desde el centro del pueblo hasta el embarcadero. Mientras lo recorría pude admirar la belleza de Varenna, y el contraste de colores y paisaje: a la izquierda su montaña y el pueblo al pie del acantilado; en lo alto se observa el Castillo de Vezio, y a la derecha el inmenso y majestuoso Lago de Como.
Varenna es conocida también por los hermosos jardines que tuve oportunidad de apreciar en las dos Villas: Monasterio y Cipressi. Es el contraste del verde en todas sus tonalidades en los cuidados jardines con el azul y la inmensidad del Lago de Como.
Villa Monasterio, fue construido en el Siglo XII, era un antiguo convento femenino que luego pasó a manos de privados, hasta que en 1939 sus dueños, la familia De Marchi de origen suizo, lo donaron al Estado. Funciona como casa museo y tiene catorce terrazas dispuestas a lo lardo de los dos kilómetros de longitud donde puede apreciarse plantas y flores de la más amplia variedad y belleza. Una golosina visual, en realidad.
También están los jardines de Villa Cipressi; construida entre 1400 y 1800, en la actualidad funciona como un hotel y Centro de Convenciones y cuenta con un Jardín Botánico abierto al público, caracterizado por escaleras y terrazas con una rica diversidad de plantas que descienden hasta el lago.
Luego me dirigí a la parte más alta donde se encuentra el Castillo de Vezio; una torre de vigilancia con fines de defensa militar construido en 1100 y que ahora es una de las principales atracciones turísticas del lugar. Para llegar a él se recorre un sendero en unos treinta minutos aproximadamente. En el lugar puede apreciarse en contrapicada Varenna y la majestuosidad del Lago. Un espectacular Mirador y un regalo para los sentidos.
Al salir del Castillo hay dos vías para regresar: el mismo sendero que lleva al centro del pueblo y un camino empedrado que puedes recorrer a buen paso en unos quince minutos que llevan al embarcadero y de ahí se toma la vía de los enamorados para llegar al centro.
También puede apreciarse un sendero que lleva a otro de los destinos para visitar: el Torrente del Fiumelatte; considerado uno de los ríos más cortos de Italia, tiene apenas 250 metros y sus aguas desembocan al Lago. Este atractivo quedó en mi lista de pendientes junto con el Museo Ornitológico y, por supuesto, bañarme en el Lago.
Soy de las que creen firmemente que no hay que agotar todos los lugares en una primera visita, sobre todo si ya vives en el país en cuestión y no estás solo de paso, como simple turista. No hay apuros, ni prisas. Dejar algo pendiente es el motivo perfecto para volver, darle una segunda vista en perspectiva al lugar y descubrir algo nuevo.
Descubrí en mi reciente visita que Varenna es también conocida como «La perla del Lago de Como», así suelen llamarla y no se corresponde a una exageración. Es en realidad una perla; una pequeña joya de valor precioso, con luz y brillo particular, de hermosos contrastes de azules y verdes, muy apreciada y cotizada. Estoy segura que este pequeña perla tiene mucho más que pueda descubrir en una próxima visita.
Narsa A. Silva Villanueva (Caracas, Venezuela 1972)
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