Queridos amigos:
Hoy os presento una entrevista que he hecho de muy buena gana porque me ha permitido revivir en cierto modo mi propio recorrido artístico y encontrar verdaderamente muchos puntos en común con mi interlocutora, pero, sobre todo, porque he visto en ella la pasión que en los tiempos que corren es cada vez más difícil de encontrar.
Hablamos de Alessandra Barocco, una hábil diseñadora gráfica que se ha encontrado durante su carrera profesional con la caligrafía y ha hecho de ella un arte.
Pero Alessandra no se ha conformado con tomar inspiración de la caligrafía para sus composiciones, sino que ha sido capaz, como ella misma asegura, de hacer realidad uno de sus sueños: el de comunicar sus conocimientos a los demás con auténtica pasión y gran pericia a través de los cursos que imparte desde hace varios años.
Os invito a leer esta entrevista y disfrutar de las imágenes que Alejandra nos ha proporcionado de sus trabajos.
Simonetta
¿Cómo y por qué comenzaste a aprender caligrafía y después a practicarla y aplicarla?
Me diplomé en el Istituto Europeo di Design (IED) de Milán en 1988 en la especialidad de Ilustración y diseño gráfico. Desde niña, la comunicación visual a través del arte y el dibujo ha sido para mí una necesidad vital. Un dibujo figurativo que, con el paso del tiempo, se ha ido transformando en un trazo simbólico.
Como resultado de varias interesantes experiencias en diferentes estudios de diseño gráfico, creció dentro de mí una gran pasión por los caracteres tipográficos y la escritura; con el paso del tiempo, lo digital se abría camino y yo me había trasformado en una diseñadora gráfica, pero a pesar de la tecnología continuaba dibujando a mano los logotipos, proyectando e investigando antes de ponerme a trabajar en el ordenador.
El estudio de la caligrafía, que inicié en 2004, junto con la ilustración simbólica, me dio a continuación la posibilidad de crear soluciones de sorprendente impacto visual. ¡Así puedo decir que pinto mis proyectos y escribo mis lienzos!
Hoy en mis proyectos gráficos se pueden encontrar siempre signos caligráficos y gestuales; en la superficie de mis lienzos, además del protagonismo de color, como mi experiencia de diseñadora gráfica me sugiere, hay siempre una vasta experimentación caligráfica, una poesía, un texto vivido, un nombre trasformado en pintura.
¿En qué te has especializado y cómo ha cambiado el encuentro con la caligrafía tu forma de hacer diseño o artes gráficas?
Después de 25 años de diseño gráfico, ha sido la caligrafía la que me ha permitido hacer realidad uno de mis sueños: el de transmitir a los demás mis conocimientos. Por eso me estoy especializando más y más en esta dirección.
Me gusta enseñar. Cuando estoy en clase soy feliz y no lo puedo ocultar, es más, se lo demuestro a mis alumnos, o eso creo, con entusiasmo. Conseguir más de 45 minutos de silencio en una clase llena de niños de catorce años es, hoy en día, un gran resultado que continúa sorprendiéndome a mí también.
¡Pero el mérito no es mío! El mérito es solo de la caligrafía, de la manera extraordinariamente natural de dejar la propia huella, única, inconfundible, nuestra. La comunicación por excelencia.
Mis preferidos son los cursos para principiantes porque puedes tomar literalmente de la mano a las personas y guiarlas en la dirección correcta. El objetivo es ayudarlas a encontrar su propio camino de madurez, filtrado y ordenado por unas reglas, cierto, ¡las únicas que dan la posibilidad de liberar energías nuevas y personales!
Cursos de caligrafía básica de varios estilos y con diversas herramientas, la enseñanza de la cursiva en primaria, la recuperación de una grafía personal para estudiantes de secundaria y adultos, rotulación para estudiantes de escuelas e institutos artísticos… Estos son los lugares donde más me gusta dar caligrafía. Y naturalmente también para diseño gráfico. Sin embargo, el mundo de las artes gráficas actual ha perdido por el camino muchos de los elementos básicos para hacer un buen diseño, indispensable, en mi opinión, para una buena comunicación, un buen proyecto —sobre todo cuando se habla de rotulación, de realización de logotipos, de maquetación—, pero desgraciadamente también muchas otras cosas… El digital es el reino del copipega, de lo ya hecho, ya resuelto… ¡pero no por uno mismo! Y ese es el problema.
Hemos quedado pocos que sepamos, por ejemplo, cuánto le deben a la pluma las fuentes más bellas que a veces nos pueden parecer banales y esto hace que busquemos otras fuentes, más nuevas, pero que, lamentablemente, a menudo son mucho peores. Por fortuna existe todavía alguna loca que, como yo, conoce la importancia y cree en la utilidad de lo inútil, en el detalle, en todo lo que representa la belleza y la armonía en su sentido más amplio. En fin, que se resiste.
Saber reconocer la belleza es un nuevo reto, saber seleccionar los elementos que utilizaremos en nuestro trabajo, no dejarse arrastrar por la velocidad que lleva solo a resultados superficiales, no dejarse seducir por la marea de informaciones y elementos gráficos estándar que podemos encontrar fácilmente, pero que muy a menudo no son resultado de una detallada investigación. Al final, se acaba utilizando lo que complace y ¡no es exactamente así como se trabaja en nuestro sector!
Increíble, pero cierto: la práctica de la caligrafía afina ese sexto sentido y entrena extraordinariamente el ojo y la mano. Esto es lo que creo y lo que la caligrafía me ha infundido, abriéndome una serie de puertas que, aun así, siento no haber traspasado completamente. Cada nuevo taller es una nueva inspiración y un mundo nuevo por descubrir. Infinitos mundos.
La caligrafía ha cambiado también mi manera de hacer arte. Todo lo que diseño para interiores está fuertemente condicionado por el signo caligráfico. Cada composición está inspirada: reúne en sí misma mensajes y recuerdos, diferentes cada vez, porque se ve influenciada también por los colores que la rodean.
Todo late, todo se mueve, en una palabra todo quiere estar vivo y la caligrafía es un medio espléndido para expresar el propio yo de manera plena: veo, siento, toco, respiro. La emoción que se traduce en pensamiento que después se transforma a su vez en el signo gráfico que se ofrece al final.
Composiciones en equilibrio precario, letras que giran, letras generosas, letras severas, letras que no se están quietas, a veces creando texturas y sugiriendo al espectador una imagen ya propia, de su propiedad. “Dejando aparte la mentira y el inútil intento de gustar a toda costa, la mirada puede dirigirse en una única dirección: la libertad”.
La libertad es también el común denominador de Links, el movimiento caligráfico independiente fundado por Laurent Pflughupt en París. Tengo el honor de participar en este grupo al lado de este gran maestro de la caligrafía y otros ocho más, en distintas experiencias fuera del país. Actuaciones en vivo, reuniones de intercambio de experiencias, talleres… todos juntos. Generosidad y armonía son las dos primeras ideas que me vienen a la mente al pensar en ellos. Somos diez elementos. Otra hermosa manera de vivir la caligrafía.
Descríbenos tu punto de vista sobre la situación actual de la caligrafía en la llamada sociedad tecnológica.
La situación no tiene fácil solución. Todos comprendemos el lugar indispensable que ocupa la tecnología en nuestra vida cotidiana y la de nuestros hijos. Los más sensibles y atentos, sin embargo, perciben que hay algo que no funciona en su uso y que es algo que está cambiando a nuestros jóvenes.
Si se me permite un consejo, os recomiendo a Manfred Spitzer, un psiquiatra brillante y preparado autor de un interesante libro con un título muy explícito: Demencia digital. Explica, de manera sencilla, con pruebas tangibles y resultados concretos de experimentos sobre personas (no opiniones) los perjuicios de la tecnología y cómo la capacidad de multitarea, elogiada y percibida por muchos (o por todos) como una ventaja y un valor añadido, es, en realidad, nociva para uno mismo y para los demás. Porque se trabaja de modo superficial y las competencias no pueden desarrollarse si no profundizamos. Se trata de un empobrecimiento del pensamiento.
Aunque todos somos conscientes de que no es posible dar marcha atrás y de que las tecnologías, usadas con sabiduría, nos pueden ayudar, en palabras del Dr. Spitzer: “el que desee que sus hijos sean matemáticos o informáticos, debería proponerles jugar con los dedos en vez de usar ordenadores portátiles en la guardería”. Y, es más: “los resultados de los primeros estudios sobre el tema indican que potenciar la escritura digital, que aparece ya en la infancia, tiene consecuencias negativas sobre la lectura en el niño y el adulto. […] Al contrario de lo que sucede con el lápiz, el aprendizaje del alfabeto través del teclado supone una mayor dificultad para reconocer las letras individuales. […] De esto se puede deducir que solo la escritura a mano de las letras estimula las rutas neuronales de memoria psicomotriz que se activan en la percepción de las letras y facilitan su reconocimiento visual. Esta ruta adicional de memoria visual útil para la lectura no se activa con el uso del teclado porque el movimiento de los dedos no tiene ninguna relación con la forma de la letra. […] Escribir a mano permite aprender mejor. El pensamiento, repetimos, necesita una realización concreta. […]Ya la palabra comprender indica la importancia de la acción para el aprendizaje. […] Para ello es necesario un entrenamiento intensivo de la psicomotricidad fina en edad infantil. […] Una lección eficaz de lectura y escritura, basada en los principios neurobiológicos del aprendizaje, podría incluso combatir la dislexia y la digrafía, provocada por los cambios en las regiones cerebrales responsables de la elaboración del lenguaje y que a menudo tienen a su vez graves repercusiones en el desarrollo individual” Y, en fin, “precisamente porque el ordenador evita a los estudiantes una buena parte del trabajo mental, como por ejemplo el copiado, ejercita un efecto negativo en el aprendizaje”.
Obviamente, es aconsejable y oportuno leerse el libro entero que encuentro verdaderamente esclarecedor. No queremos declararle la guerra a la tecnología, pero sería oportuno por lo menos aprender a usarla como un valor añadido que no haga disminuir nuestras capacidades. ¡Especialmente cuando se habla del futuro de los jóvenes!
Y de aquí nuestra determinación a entrar en el aula para ayudar y colaborar con los docentes para gestionar todo esto de manera consciente. ¿Cómo? Con una intervención de reeducación a la bella escritura, una atención al orden, a la postura en el pupitre y a la visión y prensión adecuada del bolígrafo.
Se empieza, por ejemplo:
– tratando la correcta prensión del instrumento de escritura y practicando la motricidad fina desde el último año de infantil;
– empezando la introducción de la cursiva solo al final del primer año de educación primaria;
– evitando proponer cuatro alógrafos simultáneamente;
– y todo desarrollado en el momento adecuado para su memorización hasta la automatización.
Por empezar por alguna parte…
Así, cuando se pida velocidad y ortografía, las letras ya no serán un problema y la mano podrá abandonarse y seguir el hilo de las ideas.
Es prudente continuar la monitorización a lo largo del tiempo —por lo menos hasta el tercer año de secundaria— con talleres que pueden proponer otras cosas más creativas, un acompañamiento a la personalización de la grafía, sustituyendo el alfabeto en redonda cursiva por uno más maduro y, por lo tanto, más interesante y seductor a los ojos del estudiante.
Este es el trabajo que hacemos en el aula y las experiencias han sido positivas y gratificantes con resultados a veces ¡auténticamente sorprendentes!
¡Larga vida a la caligrafía!
Alex Barocco