
Viajo a Montevideo por motivos laborales. Podría ir en avión, pero prefiero tomarme un alíscafo desde Buenos Aires. Es invierno y llueve con resignación sudamericana. Las aguas oscuras y turbulentas del Río de la Plata que separan las dos ciudades son una continuación líquida del cielo. El paisaje fluvial es monótono y no tengo sueño.
Leer más
