No podía imaginar yo, ni remotamente, que un simple artículo acerca de la limpieza o suciedad de mi ciudad, casi podría decir sobre cualquier ciudad, diese lugar a una polémica tan agria, entre vecinos, residentes o transeúntes, como la que se ha visto en los comentarios que los interesados han dejado en mi anterior ¡Ay, Carmena, ay, Carmena!
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