El récord Guinness del ciclismo italiano, Anselmo D’Andrea
El ciclismo y la fotografía han sido sus dos grandes pasiones y ambas le han conferido éxito y reconocimiento. En 1985, con cuarenta años, logró recorrer Mil (1000) kilómetros en bicicleta en treinta y cinco horas y once minutos que le valió un récord en Libro Guinness. Fue también un destacado fotógrafo deportivo y del mundo del espectáculo. Una vida recorrida con pasión, disciplina y constancia con innumerables anécdotas y experiencias memorables que lo hace un hombre afortunado y agradecido. A sus setenta y tres años continúa recorriendo kilómetros en su bicicleta y fotografiando ahora la naturaleza.
Su pasión por el ciclismo comenzó cuando tenía nueve o diez años, “andaba con la bicicleta de mis amigos, la que yo solía manejar no tenía frenos; para ese momento no tenía bicicleta, era pequeño y no alcanzaba a colocar los pies en el suelo, andaba en una bajada y para pararme debía lanzarme. En esa época tenía las rodillas marcadas. Recuerdo que mi primera bicicleta la compré cuando tenía catorce años para pagar por cuotas y a escondidas de mis padres y me costó cinco mil liras. Cuando terminé de pagarla no sabía dónde meterla y quien me la vendió la tuvo por un tiempo”. Luego describe que su padre lo descubrió un día en la bici y se oficializó andar en bicicleta y dos años más tarde le compró su primera bicicleta, cumpliendo uno de sus grandes sueños.
Nacido en Pescara, a los seis años se trasladó a vivir a Roma hasta los catorce años que se fue a vivir a Milano. Como habito deportivo comenzó en el ciclismo a los catorce años; un año más tarde se inscribió como novato y practicó hasta los diecinueve años, luego hizo el servicio militar y dos años más tarde retomó su práctica del ciclismo hasta los veintitrés años que dejó de hacer la actividad competitiva por el trabajo y continuó practicándola como aficionado.
Recuerda que su primera competencia fue de cuarenta y cinco kilómetros y ese día llovía mucho, tenía catorce años. “Cuando eres joven lo haces porque sientes algo que te mueve interiormente y de algún modo es inconsciente, posteriormente con la edad te haces consciente que lo ejecutas porque te hace sentir bien, es un reto con uno mismo, se convierte luego en un hábito, en una pasión”.
Para D‘Andrea el ciclismo, como cualquier otra disciplina deportiva, requiere sacrificio, constancia, disciplina. “Es un reto con uno mismo, te superas a ti mismo. Cada momento de fatiga, el cansancio físico, y el dolor, a veces. Superar una fatiga sin hacer fatiga es un resultado que se consigue con disciplina y horas de trabajo”.
D’Andrea es recordado por haber establecido un récord incluido en el Libro Guinness al recorrer Mil kilómetros en bicicleta en el año 1985, a sus cuarenta años, en un tiempo de treinta y cinco horas y once minutos, un récord imbatible durante los siguientes tres años. Para él es una experiencia inolvidable y una de las más importantes en su vida. “Antes pedalear tantas horas era considerado riesgoso, y más si eras un hombre de cuarenta años, yo quería demostrarme a mí mismo y al resto que a los cuarenta años eres joven y no hay imposibles. Fui el primero en el mundo en hacerlo; sí es posible realizar los sueños. Por supuesto que detrás de este sueño tuve una preparación física, un entrenamiento adecuado con el apoyo de algunos técnicos jóvenes, y una alimentación saludable”.
Antes de alcanzar esta hazaña ya D’Andrea había logrado otros retos en su bicicleta: en el año 83 estableció el récord de doce horas, y en el 84 el reto de veinticuatro horas sin parar con seiscientos trece kilómetros recorridos.
Un hombre disciplinado, perseverante, curioso por aprender y emprendedor. Paralelo al ciclismo se desempeñaba en su trabajo como metalmecánico, donde trabajó como empleado hasta los veinticinco años, luego su curiosidad y espíritu emprendedor lo llevó a diseñar una máquina para hacer artículos de bisutería y creó un laboratorio para hacer bisutería. Comenzó su negocio con mayoristas y ya luego él exportaba directamente a Estados Unidos sus productos.
D’Andrea cuenta que durante su época como empleado descubrió gracias a un compañero de trabajo el mundo de la fotografía. “Un compañero de trabajo hacía fotografía y tenía su cuarto de cámara oscura en un baño del lugar donde trabajábamos; lo acompañaba en su labor y empecé a experimentar curiosidad, así que decidí aprender y que algún día compraría una cámara fotográfica”.
No solo compró su máquina fotográfica sino que D`Andrea se desempeñó durante diez años como fotógrafo deportivo en paralelo a su trabajo en el laboratorio de bisutería. Luego durante quince años se dedicó exclusivamente al oficio de la fotografía en el mundo de los deportes (Fórmula 1, motociclismo y ciclismo) y de espectáculos musicales.
D’Andrea describe una simpática anécdota que lo condujo a frecuentar conciertos y conocer muchos artistas, sin siquiera sospechar que luego estaría vinculado como fotógrafo en el mundo artístico y musical. “Mientras trabajaba como metalmecánico, en la empresa laboraba una persona que tocaba el violín y le teníamos un apodo, le llamábamos ‘pastina’, eran los años sesenta y estaba de moda el cabello largo. A los 19 años fuimos a ver un espectáculo de un grupo famoso llamado Camaleonti, y me llevé una gran sorpresa: dentro de este grupo estaba ‘pastina’ que tocaba el teclado. Eramos compañeros de trabajos y no sabía que tocaba en este grupo. Al momento de la pausa le grité ‘pastina’ y el me llamó ciclista. Era ya famoso y no lo sabía. Este concierto fue justo un día antes de partir al servicio militar. Ya luego a mi regreso iba a los conciertos y pude conocer muchos artistas”.
Comenta que la persona que lo introdujo en el mundo del espectáculo fue la entonces manager de la Phillip Morris, Analena Milentani. “Trabajando con ella para documentación fotográfica de esta empresa, me convertí en fotógrafo de muchos artistas, entre ellos: Vasco Rossi, Zucchero, Alberto Fortis, Marco Ferradini; colaboré con ellos en fotografía de conciertos y también hice las fotografías de las carátulas de varios LP, como la de ‘Pakasport’ de Pooh; ‘Viaggiando’ de Bazar; Chicas de Miguel Bosé y del primer álbum de los Rockets”.
Sin duda, para D’Andrea sus dos grandes pasiones han sido el ciclismo y la fotografía y ambas han dejado grandes satisfacciones en su vida. “Me han llevado a creer en mí mismo, a tener confianza, y en el caso del ciclismo, a no tener miedo a perder”. A aquéllos que se inician en esta disciplina deportiva, recuerda la importancia de la perseverancia, la disciplina y la preparación. “El estímulo debe ser siempre la satisfacción y la alegría más que enfocarse en un resultado y en la victoria.
A sus 73 años, recorre en su bicicleta ciento cincuenta kilómetros (cincuenta kilómetros cada día durante tres días a la semana) y ahora disfruta fotografiar la naturaleza y los paisajes. “Hoy en día me levanto y tres veces a la semana voy a montar bicicleta, para mí es como hacer mi desayuno, mi alimento. Es una fatiga controlada. No renuncio a nada de lo que he hecho, lo volvería a vivir. He llegado a conocerme a mí mismo y es lo más maravilloso que ha podido ocurrirme. A través de una búsqueda interior, entender por qué estoy aquí”.
Muchas veces hace su recorrido en solitario, otras tantas en compañía de su hijo, Juri, quien también es un apasionado del ciclismo y ha logrado obtener un título italiano en esta disciplina.
D’Andrea afirma que mientras pueda seguirá recorriendo kilómetros con la misma pasión e ilusión con la que inició en su infancia esta aventura del ciclismo.
Narsa A. Silva Villanueva (Caracas, Venezuela 1972)
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