Los microrrelatos del Tapañol

JOAQUÍN SOROLLA Y BASTIDA (1863 – 1923)

Tema: VERANO


1. VERANO de Gloria Rolfo

El verano es la estación que más me gusta. Porque es la más luminosa y la más calurosa de todas las estaciones y a mí me encanta el sol. Una de las cosas más lindas del verano, para mí que voy siempre de vacaciones en septiembre, es visitar Milán en el mes de agosto, porque está casi desierta, es tranquila y con poca gente es posible ver lo hermosa y monumental que es. Cuando llega septiembre y vuelven todos, es de nuevo caótica y ruidosa  y por eso estoy contenta de ir de vacaciones. Hay solamente una cosa que no me gusta y es el aire acondicionado siempre al máximo en el metro, en cualquier oficina pública y en muchas tiendas que te obliga a ponerte el saco para evitar el resfriado y el dolor de garganta. Esta es la única cosa que no me gusta del verano, ¡nada es perfecto!

2. VERANO de Iris Menegoz (*).(**).

Verano es volver.
Volver a mi tierra de aguas embrujadas azules y frías que, fundiéndose con el verde de las orillas, transforman  el paisaje  en una mancha  turquesa.
Verano es volver.
Volver a mi tierra de piedras. Piedras de las casas de antaño que resisten aún mudas y vacías.
Verano es volver. 
Volver a mi lengua y cada vez asombrarme de poder hablarla.
Verano es volver.
Volver  al regazo de mi madre donde flotando segura creía que la felicidad era de todos.
Verano es Friul.

3. EL VERANO DE IÑAKI de Luigi Chiesa

De pequeño a menudo me gustaba llorar, así sin razón aparente; era una forma emocional de carácter y muchas veces me hacía ser el blanco de todas las miradas. El llanto es una forma de rebeldía, un arrepentimiento de algunas travesuras o darse cuenta de que uno se está portando mal. Es una manera de despertar empatía que permite comprender y enseñar alegría a todos.
Un momento dramático era ir de vacaciones a una colonia veraniega. La familia tiene una enorme importancia para los niños, papá y mamá son un modelo a seguir, la relación con la mamá es fundamental durante la adolescencia, y yo veía ese momento como un alejamiento, una traición, y el comportamiento de los padres es el eje en la formación de los más pequeños, sensibles como era yo.
Hay que decir que la colonia en los años sesenta, estaba estructurada como si fuera un cuartel. Tenía todas las malas costumbres de la disciplina militar; por la mañana teníamos que levantarnos muy temprano, alzábamos la bandera cantando el himno nacional todos en fila y quien salía un rato debía sentar cabeza.
Niños y niñas llevaban puesto la misma uniforme, los varones camiseta con rayas azules y blancas, pantalones cortos, gorro azul, faldita azul claro para las niñas.
Y hay que subrayar que para las “señoritas”, que nos cuidaban era un encargo desagradable a lo largo de tres meses de verano, sin poder irse de vacaciones con amigos y novios.

El momento mágico era cuando todos teníamos que escribir una carta a los padres. Las cartas eran corregidas por las damas de las colonias, y debíamos decir que todo estaba yendo de maravillia, que lo pasábamos estupendamente, de puta madre para que los padres no se preocuparan y al final todos estaban contentos y felices.

4. VACÍO de Jean Claude Fonder

Vacío. Un vacío colmo con azules, 
y con amarillos, 
y con marrones.
Esto es el verano. 
Estaba tumbada en la playa. 
A mí no me gusta, pero acabo siempre allí. 
A los niños les encanta la playa, también a la niña que fui le gustaba. 
El sol salpicaba de amarillo caliente el azul omnipresente del cielo y del mar. 
Estaba acostada sobre la arena, un libro en las manos, pero mi mirada no podía desprenderse de los cuerpos marrón oscuro, que deambulaban continuamente delante de mí. Subían hacia los refrescos helados del bar o bajaban hacia el mar tentador. Los cuerpos estaban en exposición.
Me volví boca arriba y ofrecí mi bronceado al amarillo y prepotente dios de la playa. Una excitación ligera me invadió, invadió el vacío de mis pensamientos. 
Hombres perfectos e inexistentes acarician mi belleza, la que me imaginaba y que podría exhibir al regreso. 
Vacío, sol, mar, cuerpos.
Vacío, cada vez más vacío.

Cuando regresé, los problemas todavía están allí. 

5. SANTROPÉ de Adriana Langtry

—Este año paso el verano en Santropé— dije mientras pesaba los tomates. La gorda puso los ojos como dos huevos fritos. Al rato volvió con la excusa que le faltaban ajos.
—Es que con este calor uno se olvida de todo, ¿viste? 
¡Y cómo no iba a ver! Carita de pícara y  ese vestido  a rayitas por la que se le escapaban todas las curvas.
Volvió al día siguiente inventando pretextos. Lo repetí a propósito.
—Cierro el negocio y me voy pa’ Santropé.
Desde ahí en más la verdulería se convirtió en su casa. Un día entró tarareando esa canción de moda: era un  biquini a lunares amarillo diminuto… Casi me muero. Ya me la imaginaba conmigo en la playita. Otro día, a la hora de darle el vuelto por la radio un twist en italiano A santropé… Y la gorda tirándome de la camiseta y balanceándose como una hamaca que me susurra: los dos solos, juntitos A Saint-Tropez… 
De golpe me quedé helado.
—¿En Europa? —le digo— ni loco querida.  
Este año paso el verano en Santropé, costanera norte, el nuevo balneario a la orilla del río.  
La gorda dio media vuelta y no apareció más.

6. LAS DOS CARAS DE MI VERANO de Raffaella Bolletti

1)
Aquí estoy, en el verano paralelo de los que tienen que trabajar con el calor sofocante de la ciudad, donde todo quema, el interior del coche parece el infierno y paso las noches dando vueltas en la cama. El verano de los ancianos, de los que no pueden darse el lujo de irse de vacaciones, de los que dependen de la ayuda de otras personas, de los que se quedan solos en barrios vacíos. Y yo, caminando rumbo a la oficina por las calles de una ciudad menos caótica y semi-vacía con mis pensamientos silenciosos, aplastados por el bochorno, con los pies que se van a fundir en este mar de asfalto pegajoso, rodeados de fastidiosos mosquitos y olas de calor.

2)
Y ahora estoy aquí, en esta playa que ya ha perdido su tranquilidad y se ha convertido en una inmensa alfombra de sombrillas de diferentes colores, tumbonas, toallas de playa, niños jugando, gritando, padres corriendo detrás los niños, olores a cremas solares y comida. Y yo, alejándome del ruido real de la playa, en busca de un poco de soledad con mis pensamientos ruidosos como un mar agitado, dando largos paseos con los pies descalzos que se hunden al caminar por la orilla del mar, acariciados por las olas que terminan su viaje muriendo en la arena de una playa cualquiera.

7. VERANO de Laura Pollachini

“Las vacaciones son no tener nada que hacer y todo el día para hacerlo”.
……………………………………………………………………….Robert Orben

De pequeña, en casa de mis abuelos, ella tenía su sitio. Debajo de la banqueta de madera laqueada en el patio. Allí se mantenía fresca, a pesar del calor asfixiante y las noches toledanas de julio y agosto. 
Después de comer, mi abuela salía al patio a por ella y la apoyaba en la mesa, no antes de coger el más afilado de los cuchillos de la cocina. De esos que se compraban en la tele, después de un petulante anuncio de media hora donde se compraba hasta el más inútil de los objetos. 
Mi abuelo la partía en rodajas y la parte más dulce la reservaba para mí: el corazón.
Yo la remiraba en mi plato antes de devorarla. 
Roja como mis rodillas de tardes con la bici, sus pipas negras como los lunares de mi espalda. 
En el cuarto, el ruido del ventilador, la música final del telediario, los ronquidos de mi bisabuela dormida en su silla, gallinas correteando en el patio y ropa limpia secándose al sol.
Veranos que duraban de junio a septiembre, de sandía y de siestas, de helados y piscina, de fiestas y de pueblo. 

(*).. Micro ganador premio Tapañol
(**) Micro ganador premio Biblioteca