Roma del revés no es solo un juego de palabras,
es un nombre propio para cuantos han amado,
o han deseado,
o han soñado ser amados en Roma.
Da igual cómo se llame
quien te roba las noches y las horas,
porque Roma del revés convoca a todos,
a su voz todos responden.
Y si no quieres decir esa palabra
invertida,
di sombra, fantasma,
sueño, quimera, imperio… Es Roma
llamando desde lejos,
desde más allá de los hechos y la historia.
Quizá la de Venecia sea
un ansia de mayor calado.
Puestos a navegar ¿quién sabe
la profundidad del Tíber
o hasta dónde se hundirán los palacios?
En la comparación, yo digo:
puede que no haya en Roma un puente para los suspiros,
mas el río envuelve las almas y los rostros
de aquellos que en sus aguas se han mirado,
no los derrama sobre los adoquines
como aquellas otras más salobres,
más mar de lágrimas, más quejido.
Hay más humor y más memoria en Roma.
Y si no te atreves a decir, repito,
esa palabra invertida,
di ángeles en el pretil
de los puentes, di aire cóncavo
sobre columnas de alto mármol,
di cipreses viejos señalando al cielo,
di amplias plazas, di fuentes,
di las iglesias una a una,
di las colinas, los barrios,
di los colores, di muerte,
di humedad, sol, chubasco,
di vidas vividas, di sombra,
confabulación, di
algarabía, sudor, di ojos abiertos,
cerrados párpados, pájaros y oídos, labios…
Por todos los caminos que conducen,
al centro del corazón, el mundo abre su acento
cuando pronuncia: amor.
Por todos los caminos que a él conducen,
el centro del corazón, el mundo abre su acento
cuando pronuncia: Roma.
© Angela Nordenstedt, imágenes y textos